álava sigue dibujando un mapa electoral en el que las tres fuerzas mayoritarias -populares, socialistas y jeltzales- están prácticamente en un pañuelo y, al mismo tiempo, este territorio se antoja como una codiciada pieza en un tablero más amplio, que le aboca a ser moneda de cambio en función de los resultados que las urnas arrojen en otras plazas. La encuesta de intención de voto en las elecciones forales en el conjunto de la CAV que hoy ofrece el GRUPO NOTICIAS -que complementa el capítulo publicado ayer sobre la percepción del pacto PSE-PP- otorga al PNV ventaja en la batalla por las tres diputaciones, aunque con estrechos márgenes en el caso de Álava. Hace cuatro años el PP fue la lista alavesa más votada, seguido del PSE y del PNV, aunque los tres se movieron en un apretado margen de apenas cinco décimas de diferencia. El sondeo de DNA sitúa ahora a la formación nacionalista como vencedora en Álava -algo que se viene repitiendo en varios sondeos públicos y privados-, pero las diferencias porcentuales siguen siendo escasas, lo que aventura una dura pugna electoral por ser la lista más votada, lo que otorgaría al vencedor una privilegiada posición negociadora para posteriores cuadraturas en el reparto del poder institucional. A su vez, la encuesta apunta una significativa irrupción de la izquierda abertzale tradicional como cuarta fuerza política en las Juntas Generales de Álava, aunque Aralar y EB aguantarían este tirón logrando mantener su actual representación. La encuesta de Gizaker viene a confirmar, en definitiva, que ni el caso de Miguel hace mella en las perspectivas del PNV -toda vez que el actual diputado general y candidato a la reelección, Xabier Agirre, logró marcar un claro cortafuegos-, ni el PSE de Txarli Prieto acusa el desgaste que se le presupone a los socialistas en todo el Estado, ni Javier de Andrés se beneficia claramente de la ola que el PP reivindica para sí en Álava. La presa alavesa quedaría, por tanto, a expensas de lo que ocurra en otros territorios y de un eventual rodillo de socialistas y populares que, sin embargo, cuenta con no pocas heridas abiertas en Álava y, sobre todo, con una sociedad -como reflejaba esta misma encuesta en el primer capítulo publicado ayer- muy reacia a asumirlo.