SI resulta que en próximas fechas tienen intención de darse una vuelta por Londres, les invito a reservar un ratillo para visitar la Tate Modern. Anímense que en la pérfida Albión son gente civilizada y los museos nacionales son gratuitos. Si lo hacen antes del 2 de mayo, podrán ver la instalación Semillas de girasol, un potrollón de pipas (de porcelana) extendidas en el hall del museo. No sé, unos 200 metros cuadrados de pipas, aunque sospecho que son bastantes más. El autor es Ai Weiwei, un artista chino que el domingo fue detenido en el aeropuerto de Pekín cuando iba a tomar un avión a Hong Kong y ya nadie sabe nada de él. Les invito a visitar ese museo, o cualquier otro, porque el arte es cultura, es lo que distingue al ser humano del resto del reino animal. Es la razón por la que un gobierno dictatorial, al que el mundo entero rindió pleitesía en los últimos Juegos Olímpicos, detiene a Weiwei; igual que le detuvo en 2009, propinándole tal paliza que tuvo ser operado de un derrame cerebral. Es la razón por la que le temen. El arte tiene que ser libertad o no es, por eso los sátrapas que en el mundo han sido se han dedicado sistemáticamente a quemar libros, prohibir artistas y a inundar sus países de magnos retratos de su miserable necedad. Así que disfruten del arte, del que les guste, del que les provoque, del que les emocione. Si pueden, honren a Weiwei y pásmense ante su campo de girasoles en ciernes. Y den por saco a los tiranos que pretenden decirnos qué pensar, en qué creer, a qué temer o qué desear.
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