Un somero repaso del contenido de la mayoría de las informaciones que se han ocupado los días pasados de la situación en Japón revela la paradoja de que se esté prestando infinitamente más atención a lo que puede suceder en la central nuclear de Fukushima que al drama cierto y concreto de la devastación causada por el "tsunami" y sus millares de muertos y desaparecidos. Se diría que para una gran parte de la sociedad, ni siquiera las dimensiones descomunales del mayor terremoto de la historia contemporánea son capaces de superponerse a la preocupación creada por la posibilidad de un accidente nuclear.
La angustia, que es un estado de miedo en el que el pensamiento no cesa de regodearse con la misma idea que lo provoca, es el término que mejor define el enfoque que prevalece en lo que se refiere al riesgo de un accidente nuclear. Ninguna cantidad de información puede ser suficiente para calmarla, precisamente porque está causada no por lo que ya se sabe, sino por lo que tememos ignorar.