sus tentáculos van más allá de la vida. Hasta los muertos se ven perseguidos por esta voraz máquina de recaudar dinero, dicen ellos que para los artistas pero también para sufragar los 250.000 euritos del ala que se embolsa cada año Teddy Bautista, el inefable presidente de la Sociedad General de Autores Españoles. Resulta que su organización reclamó 661 euros a Ángel López. "Pues tampoco es tanto para cómo se las gasta la SGAE", me dirán ustedes. Pues no, salvo que el hostelero catalán lleva muerto y enterrado nueve años y que se fue a la tumba con el impuesto abonado, como ha podido demostrar al fin su hija Eva después de ser amenazada por una empresa tipo El cobrador del frac que le habían enviado los protectores de los artistas. El ensañamiento de la SGAE duró hasta que un medio de comunicación aireó el asunto. Hasta entonces, de nada le había servido a la hija de López ni siquiera el certificado de defunción que envió a los que le requerían nueve años de pagos a un muerto -que además había traspasado su cafetería meses atrás- "porque no se había dado de baja". A raíz de la publicación del asunto, la SGAE se apresuró a pedir disculpas y a explicar que las cartas amenazadoras remitidas a los familiares del difunto eran producto de una lamentable confusión entre departamentos. Que se les había extraviado la prueba de la muerte, vamos. Ahora, ante el cariz que toma el asunto, insiste en trasladar su pesar a la hija del fallecido. Pero después de que se publicase la historia, claro. Mientras tanto, si cuela, cuela.
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