qUE el PSOE no afronta uno de sus mejores momentos ante la opinión pública es una realidad política refrendada semana tras semana por unas encuestas que ratifican una cómoda distancia para el PP en la intención de voto. A Zapatero le ha pasado factura la crisis y, sobre todo, la confusa gestión inicial de sus consecuencias y también haber optado por un giro conservador en la toma de medidas, cargando la mayor parte de las consecuencias sobre la sociedad -recorte de derechos sociales y laborales y pérdida de poder adquisitivo de las economías familiares de las clases medias y las rentas de trabajo-, contradiciendo en gran medida lo que fue su apuesta programática y sus compromisos electorales. En ese contexto de debilidad electoral, acrecentado por la confusión de los mensajes socialistas en cuestiones claves como el proceso abierto por la izquierda abertzale tradicional para legalizar su espacio y dejar de lado el uso de la violencia, el debate iniciado por el propio Zapatero sobre su continuidad como cartel electoral en las generales del próximo año ha agitado el desconcierto y la tensión interna, hasta el punto de que la cúpula empresarial reunida ayer con él le sugiriera que posponga el asunto y no adelante las elecciones para no entorpecer el escenario de reformas económicas. Su pasividad por desvelar la margarita de su futuro político ha abierto una carrera interna entre quienes apuestan por una decisión rápida que aligere a los candidatos en las elecciones del 22 mayo de la carga de la imagen de un presidente desgastado -entre ellos parte de los barones autonómicos del PSOE- y entre quienes aún apuestan por respetar los tempos del propio Zapatero. Al mismo tiempo, la incertidumbre sobre la posible sucesión ha abierto otros dos debates peligrosos para los socialistas en estos momentos de debilidad: la necesidad o no de acudir al sistema de primarias para elegir al posible relevo de Zapatero y la creciente pugna, cada vez más pública y publicitada, entre Rubalcaba -exponente del viejo aparato- y Carme Chacón, quien parece estar aglutinando a las nuevas generaciones socialistas y a importantes líderes autonómicos. Al PSOE sólo le faltaba ahora una batalla interna sorda y dura que lo convierta en una jaula de grillos. El 2 de abril, siguiente capítulo.
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