La prensa se ha visto impedida de informar al mundo de cuanto allí acontece y nuestros ciudadanos se quejan de las muchas dificultades que han tenido que soportar en aeropuertos y fronteras porque nuestros diplomáticos incluso les han dicho que no creían necesario evacuar el país, cuando en realidad las balas silban por encima de sus cabezas. La opinión pública se está planteando por qué estas actitudes, cuando los demás países de Europa se van sin estos problemas, y cabe suponer que algo nos lo debe impedir, pensando en que puede que los recortes de nuestro Gobierno también afecten a nuestras embajadas y carezcan de los medios para realizar bien sus gestiones de trabajo.
Mientras, el mundo está expectante esperando un desenlace que acabe con las revueltas para que no se conviertan en peligrosas y contagiosas guerras civiles.