Respecto a todos los focos desde los que se puede abarcar el proceso de paz, he decidido hacerlo desde el repaso a los momentos que, en mi opinión, nos llevan a hoy mismo: la declaración de la izquierda abertzale de rechazar el terrorismo de ETA y la fundación de un partido que no sólo lo rechaza, sino que plantea expulsiones para quien contravenga ese principio. Ese presente, a día de hoy no es nada más que eso, pero nos muestra un horizonte de esperanza para el objetivo final de toda lucha antiterrorista: y es que el terrorismo desaparezca.
1. Ley de Partidos
Sé que para muchos lectores, la Ley de Partidos es una aberración antidemocrática que nunca debió existir. Yo parto de la base de que no sólo era necesaria, sino que además no es antidemocrática en tanto en cuanto el tribunal que representa a 27 democracias tipo lo dio como válido. Y lo que daba como válido era un sistema en el que se impedía que cualquier organización se presentase a unas elecciones teniendo vínculos con una banda terrorista.
Y era una Ley necesaria para conseguir en diez años un paso que a la izquierda abertzale le hubiera costado dar infinitamente más. Basta un violento, basta un partidario por la violencia, para que cuando se debate entre sí seguir por una estrategia violenta o sólo por la estrategia política, se imponga la primera.
2. Proceso de paz de 2006
Hoy no se entiende el actual proceso de paz sin el anterior, e incluso me atrevería a asegurar que son el mismo, aquel que se nos anunciaba como "largo, duro y difícil". El futuro estaba bien planteado, un futuro sin ETA. La necesidad de diálogo estaba bien planteada, diálogo entre diferentes. Y un largo etcétera esperanzador.
¿Qué es lo fundamental que falló en aquel proceso que tan bien diseñaron políticos nacionalistas, socialistas y abertzales y que le diferencia por cierto de éste? Que el resultado de ese proceso había sido la buena intención de las elites políticas de unos partidos políticos, de manera que cuando ETA, presionando como había decidido presionar (incluso con un De Juana Chaos que hasta entonces había marginado), vuelve a imponer con facilidad, mediante una bomba, el criterio abertzale de no volver a apostar por los votos.
El Gobierno, y los socialistas y nacionalistas que habían apostado por el proceso con un alto coste político y personal (quedaba pendiente el juicio para inhabilitar a Ibarretxe, López y Ares), repitieron una cosa por primera vez en común: que ya nada sería igual y que ahora debería ser la propia ETA y/o la izquierda abertzale la que decidiese su camino de vuelta a la democracia sola.
3. Tres vías paralelas de diálogo
Movimientos sociales, cuyos referentes podrían ser Currin, Lokarri y EA, deciden reunirse infinidad de veces con la izquierda abertzale para que apueste por las vías pacíficas independientemente de lo que haga ETA, pero con el objetivo de que esta desaparezca.
Redactan un documento con una estrategia que tiene unos puntos clave que todas las bases de la izquierda abertzale, pueblo por pueblo, primero redactan sobre un borrador y luego aceptan. Un documento que dejaba claro que la estrategia era democrática, y únicamente política. Con lo cual le dicen muy claramente a ETA, que se invente lo que quiera, pero que el futuro de la acción abertzale es sin violencia, y por tanto ya no es sólo las élites políticas las que pierden en la discusión sobre violencia o política, sino que ahora son las bases las que imponen los principios de sólo la política. Sea por estrategia o por convencimiento, a ETA le queda muy poco por hacer en el mundo, si la base social, que es lo único que le quedaba, no se le mantiene.
Los partidos políticos fueron los primeros en observar que su diálogo había fallado en el anterior proceso, y aunque quedaba claro el momento en el que nos encontrábamos, "ahora se tendrá que buscar la vida la izquierda abertzale", sentémonos a hablar de cómo afrontar un hipotético aunque difícil momento en el que la izquierda abertzale se busque las castañas sola, y se nos presente un horizonte sin ETA, cómo podemos reaccionar con unidad.
4. Horizonte de esperanza, aunque la estadística nos diga lo contrario
He decidido racionalmente hacer un artículo con exceso positivismo sobre el proceso. Pero no me puedo olvidar de que este proceso no sólo ha durado diez años, sino que han sido 30 de muchos muertos. De víctimas, todas ellas, provocadas y producidas por ETA: desde la persona que mata, pasando por la familia que deja huérfana, el empresario que acorralan, el futuro de Euskadi que no puede conocer todo su potencial, hasta el preso marginado, y el familiar del preso que llora o incluso se mata de viaje de visita. Es innegable que hay víctimas de diversa índole, pero hay una única culpable, quien se levanta contra un régimen democrático.
Pero, además, ha sido un artículo positivo también aun a sabiendas de que sigue quedando la duda de qué pasará después de las elecciones. Qué pasará si está Sortu o no. Qué pasará si estando, ETA decide no desaparecer. Qué pasará si no estando, ETA decide también seguir, pero sobre todo cómo reaccionará la izquierda abertzale. ¿Aceptarán que si ETA desaparece el problema, incluso lo que ellos ven injusto, desaparecerá y que la única razón por la que hoy en día se sigue dudando de la voluntad de la izquierda abertzale es precisamente por la existencia de ETA y por la capacidad de seducción que tiene el discurso de la violencia y la sinrazón?
El objetivo debe de ser la paz por paz. Y lo que venga después… bienvenido sea, mientras todos juguemos con las mismas reglas.