EL informe Retratos de Juventud-Cultura Democrática del Observatorio vasco de juventud publicado recientemente arroja algunos datos preocupantes y necesarios de analizar. Con las afirmaciones: "La acción de ETA es una vulneración de los DD.HH" y "las acciones de ETA son buenas para Euskadi", un 30% de jóvenes vascos no está ni de acuerdo ni en desacuerdo (14% para las dos preguntas) o no sabe o no quiere responder (16%). Además, la mitad siente el mismo rechazo a convivir con un miembro de ETA que con una de sus víctimas. La conclusión es evidente e incómoda: hay una mayoría de la juventud vasca que está harta, hastiada y cansada de ETA, pero también de todo lo derivado de su actividad, y siente el mismo desapego por las víctimas que por sus verdugos; se muestra pasiva ante el problema porque le es ajeno, no lo asume como propio, no siente ni razona una obligación moral o ética a posicionarse. En consecuencia, se desvincula del reto de la convivencia en Euskadi. ¿Por qué? Frente a aquellos jóvenes que hemos sufrido el terrorismo, que nos hemos visto involucrados de lleno en este absurdo y que sí nos posicionamos, o incluso frente a aquellos que apoyan o legitiman la violencia (sigue siendo en torno al 15%), están los que han vivido al margen. Durante demasiados años se ha proyectado la idea de que esto era un conflicto político que la política debía resolver. Si la juventud sigue sin tomar partido es porque no se le ha transmitido un relato de valores, ni en la familia ni en la escuela, a través del cual asumamos todos que en la libertad, la democracia y la convivencia estamos implicados todos. Que simplemente por ser personas, ciudadanos vascos, tenemos la obligación, la responsabilidad, de contribuir. El 40% siente indiferencia por la política. Efectivamente, es la cultura política del país la que hay que trabajar. Se trata de la salud de nuestra sociedad y de nuestro futuro, y trabajar por esto requiere del máximo consenso político.
No se trata solo de trabajar por la deslegitimación de la violencia. Se trata de que nos impliquemos todos en la tarea de conseguir convivir en paz, de ejercer nuestro compromiso como ciudadanos.