La confesión realizada en directo en un programa de televisión -El programa de Ana Rosa, de Telecinco- por la esposa de Santiago del Valle, desvelando que éste había asesinado a la niña Mari Luz Cortés, ha desencadenado un debate sobre los métodos utilizados por algunos periodistas para conseguir una exclusiva, en este caso de un cruel suceso que se trataba de esclarecer en proceso judicial. Al parecer, y según desvelan las imágenes de un vídeo, la mujer, que sufre un retraso mental, habría recibido presiones que le llevaron a desmoronarse y terminó por confesar. La periodista que logró la declaración reconoció ayer que "no iba a permitir que la exclusiva que yo había conseguido para este programa fuera a otro", para explicar el celo de mantener a la señora alejada de otros informadores. Además, fue otro periodista del programa el que, tras la entrevista, acompañó a la protagonista a prestar declaración en comisaría. Ha sido éste el último rubicón cruzado por los juicios mediáticos que desde hace años llenan horas de programación en las televisiones. Una forma de hacer periodismo en la que informadores y tertulianos se reparten los papeles de fiscal, abogado defensor, acusación particular y juez que dicta sentencia. Estos contenidos ya tenían preocupada a la judicatura. Hace unos días, el propio juez Fernando Grande-Marlaska advertía de lo que finalmente ha ocurrido al poner en valor las relaciones entre Comunicación y Justicia. "No podemos lograr la verdad de cualquier forma y eso a los medios les da igual", dijo, para recordar que algunos juicios paralelos "han supuesto un riesgo porque pueden afectar a la presunción de inocencia. Se puede trasladar opinión, pero no dar un paso más allá, hasta la voluntad real e indisimulada de sobrepasar la actuación de los tribunales". La labor investigadora y de control que realizan los medios es unos de los pilares de una sociedad democrática, que debe velar por que sus ciudadanos tengan acceso a una información plural y fidedigna. Es posible que Telecinco haya conseguido el esclarecimiento de un salvaje asesinato que conmocionó a todo el Estado, pero los métodos utilizados, si se demuestra que han vulnerado los códigos éticos, se vuelven contra un oficio, el de periodista, cuestionado por la imagen que transmiten algunos de sus profesionales.