Los usuarios de la carretera de Eskibel venimos asistiendo al lamentable espectáculo de perros vagando por los aledaños del Centro de Protección Animal del Ayuntamiento de Vitoria. La política municipal de multar al que deja a un animal allí favorece, por mucho que nos lo pida el cuerpo, el abandono en sus inmediaciones de canes que luego son atropellados.

Un perro de unos veinte kilos fue atropellado encima de la línea continua de la carretera el pasado 9 de enero, con riesgo añadido para el tráfico. Otro de unos ocho kilos fue literalmente destrozado a medio metro del anterior el pasado día 15. Dos en poco más de un mes que yo haya visto.

De nada sirve intentar cobrar al que abandona a un perro sin microchip, implante informático cuya presencia en los cánidos apenas se controla policialmente. No los pagará y lo dejará morir en cualquier sitio. Y lo hará sin preocupación ética alguna, sabedor además de que las probabilidades de incurrir en responsabilidad administrativa probada serán mínimas.