Éste es el título de la película por la que a Javier Bardem le dieron un Oscar, que nos debían dar a los que tenemos padres/madres mayores enfermos cuando nos encontramos con que, ingresado en un hospital de Osakidetza, nos dicen que a nuestro familiar le van a dar el alta. Viendo que nuestro padre/madre se encuentra en un estado lamentable, le rogamos al médico/a de turno que, por favor, no les den el alta porque en casa no tenemos medios para cuidarles y curarse. pero en balde. Después de un nuevo ingreso le envían a un centro sociosanitario en el mejor de los casos.

Entonces comienza la peregrinación de la familia, papeleo, informes médicos, asistentes sociales expertas en pasar la pelota de un tejado a otro, con más voluntad que recursos, que te hablan con siglas que no tienes por qué entender, que te dicen una cosa y luego otra. Esperas interminables para que Diputación envíe a un experto a hacer la evaluación de dependencia de tu familiar. Por fin, después de muchos meses en un centro sociosanitario, te dicen que de ahí pasará a tener acceso a una residencia o a un centro de día, pero te encuentras con que te dicen de un día para otro que a tu padre/madre te lo lleves a casa porque tienes una lista de espera de meses. Esta película se proyecta todos los días y la impotencia de los familiares ante estos hechos que se tejen entre los médicos y asistentes sociales es enorme. Si no hay dinero para construir suficientes centros para nuestros mayores, ¿cómo se atreven a gastar nuestros impuestos en obras faraónicas de dudosa necesidad, sin tener cubiertas las necesidades de las personas mayores dependientes?