En una reunión que la Academia de la Lengua Vasca/Euskaltzaindia celebró en octubre se aprobó el siguiente informe de la comisión de onomástica: "...el estado actual del conocimiento del tema nos obliga a reconsiderar la idoneidad del nombre de Biasteri. A la luz de los datos histórico-documentales de que disponemos, cabe concluir que Biasteri es un error de transcripción de Binasperi… En consecuencia, Biasteri no es Viñaspre, igual que tampoco lo es Laguardia". Sin lugar a dudas, a muchos les habrá llamado la atención la sorprendente reconsideración de que Biasteri no es el nombre euskérico de Viñaspre, ni tampoco de Laguardia, pues la propia Euskaltzaindia, en una carta dirigida al Ayuntamiento de Lanciego, afirmaba que Biasteri era la forma tradicional y genuina de nombrar a Viñaspre en euskera, nombre "sustentado en la realidad histórica". Con anterioridad, los Nomenclátor de 1979 y 1986 de Euskaltzaindia atribuían el nombre de Biasteri a la villa de Laguardia y en 2003 emitió un dictamen diciendo que el nombre euskérico de Laguardia no era Biasteri, sino Guardia.
Algunos estudios o informes en los que se basan los dictámenes de Euskaltzaindia para normalizar nombres son poco rigurosos. Sería de desear que cuando la comisión de onomástica presenta un estudio sobre un topónimo se contrastara con otros informes realizados por personas ajenas a la propia institución y a poder ser que sus autores sean historiadores y geógrafos.
En el caso que comentamos, ya en 1959 el historiador local Emilio Enciso había escrito: "¿Este poblado (Laguardia) se llamó Biaisteri? Por más que he intentado hallarlo, no he encontrado ningún documento que acredite tal nombre… Pudo llamarse Biaisteri pero no hay prueba positiva de ello". Pero no se tomó en consideración esta afirmación y se prefirió la tesis facilona de Martínez Ballesteros que, sin apoyo documental alguno, hablaba de la existencia de una tradición de que el pueblo sobre el que se asentaba la villa de Laguardia se había llamado anteriormente Biasteri.
Y es que da la impresión de que, en ocasiones, los propios miembros de la comisión de onomástica de Euskaltzaindia son conscientes de la debilidad de los argumentos en que se sustentan algunos de los estudios o informes al afirmar una y otra vez que es la Academia Vasca, y nadie más, quien otorga denominación de origen y calidad a un topónimo. Nadie niega que Euskaltzaindia es la institución oficial en materia de toponimia a nivel consultivo, lo que sí se le pide y se le exige es que los informes y estudios en los que se basa para dar el plácet a un nombre sean lo rigurosos y científicos que la materia requiere, algo que no se había cumplido con el topónimo de Biasteri.
Salvador Velilla Córdoba