es verdad. La sociedad de autores es víctima de una "enorme injusticia que se está cometiendo con los creadores, en nombre de la libertad y el acceso gratuito a la cultura, con la expropiación (sic) de su derecho a ser retribuidos", según denuncia su jefe de prensa Antonio Rojas Friend en una carta de réplica que este diario publicó el pasado día 29. Reconoce este portavoz de la SGAE que "la imagen de la entidad está seriamente dañada", pero no por su altruista reivindicación crematística, sino por culpa de una oscura campaña auspiciada por "importantísimos y dispares intereses económicos y políticos". No se equivoquen; estos intereses son los que mueven a los enemigos de la cultura, no a la propia SGAE. Ésta, como todo el mundo sabe, es una entidad sin ánimo de lucro, salvo para compensar a los autores expropiados de su lucro cesante -siempre que sean miembros de la propia SGAE, of course- y dejando aparte, por supuesto, su amplio entramado societario filial en el sector de la industria cultural, con suculentos volúmenes de facturación, pero amparados por la sacra libertad de empresa. Propongo que los autores -desconozco si la SGAE tiene a bien consideranos como tales a los periodistas, o nos rebaja al escalafón de la canallesca enemiga de la cultura- hagamos una colecta para limpiar el buen nombre de la SGAE, víctima de "quienes confunden alevosamente libertad con gratuidad", que debe ser algo así como confundir libertad con libertinaje. Y la SGAE, ya se sabe, no sólo promociona la cultura; también vela por el orden y la ley.
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