El Gobierno acaba de pactar la edad de jubilación a los 67 años, poniendo de manifiesto la extrema cobardía de un socialismo que no tiene ningún reparo en culpabilizar y castigar a quien no tiene ninguna culpa de la crisis financiera, olvidando que tenemos las pensiones más bajas de Europa, pero con la excusa de que el sistema de pensiones no puede soportar los costes que genera el alargamiento de la esperanza de vida.

Los trabajadores han cotizado toda su vida laboral para jubilarse a los 65 o antes. Si el Gobierno ha malgastado el dinero de la caja, el trabajador no tiene ninguna culpa, es una malversación de fondos del Gobierno (como si, después de ahorrar toda tu vida, al ir a sacar tus depósitos del banco, te dijesen que no hay fondos). Eso es un fraude.

Al añadir dos años más de trabajo, no sólo le roban a cada trabajador una media de 24.000 euros, que es lo que se ahorra el Estado en 24 mensualidades de pensión, sino que continuará aportando dinero a través de su cotización. Si hay casi cinco millones de parados, lo lógico sería reducir la edad de jubilación para sustituir las personas de edad avanzada por los parados, hasta dejar el paro a cero, evitando tener que pagar una sola prestación por desempleo.

Si el progreso consiste en perfeccionar las técnicas de producción para reducir al mínimo los tiempos de elaboración, fabricación, transporte y venta de productos, ¿cómo es que a mayor perfeccionamiento no se reduce progresivamente el tiempo trabajado? Gracias al progreso, cada día se necesita a menos gente para producir mayor cantidad de productos, pero eso no lo notamos ni en la reducción de la jornada laboral ni en el adelanto de la jubilación. Sólo se nota en el aumento de beneficios de grandes empresas y bancos, poniendo más ceros a las grandes fortunas. El trabajador ha cumplido religiosamente con su cometido de producir eficientemente, no podemos pagar los platos rotos de políticos y empresarios por la su falta de capacitación y formación. Nunca puede ser un agravante para el trabajador.

El objeto de estas mentiras es desviar el foco de la culpabilidad de la crisis financiera hacia los sectores mas desfavorecidos, evitando el menor cambio del modelo económico especulativo que tanto juego da a la banca y su conexión con los paraísos fiscales que dan cobertura a toda clase de corrupción y crímenes. Lo mas denigrante es que educamos a nuestros hijos para que sostengan un sistema que nos pisotea y nos trata como seres inferiores.