Hace unos días, en un debate en el Parlamento Vasco sobre las víctimas del terrorismo, al pedir alguna información sobre las víctimas de 1936, la presidenta Arantza Quiroga intervino diciendo que aquello era ya historia. Entre las distintas definiciones que hay de la palabra historia, yo tomé la que me pareció adivinar en la contestación pasar a la historia, es decir, lo que la RAE define como "perder su actualidad e interés por completo".
Me pregunto qué entiende la presidenta del Parlamento Vasco por historia. ¿Es historia que un 13 de septiembre de 1936 dos personas armadas con fusiles y vestimenta azul se lleven a mi padre, lo hagan desaparecer y lo entierren en una fosa común en el monte con otros 45 más? Eso no es historia, es un asesinato y no prescribe. ¿Es historia que dos meses mas tarde, queriendo justificar lo injustificable, llamen a declarar ante un juzgado militar a esa misma persona, sabiendo que estará muerta, bajo la acusación de pertenecer a la UGT? ¿Es historia que luego le multen y le embarguen todos sus bienes? Tengo en mi poder fotocopias de toda la farsa del juicio. Cuando estos casos sucedieron yo tenía entre cinco y ocho años, y será imposible borrar de mi memoria aquel fatal 13 de septiembre de 1936.
Hoy, cargado de años y de injusticia por aquel cruel olvido, solamente me queda el agradecimiento a este pueblo vasco, sufrido también como yo, que me acogió cuando vine buscando una vida mejor y un trabajo, aunque nunca he podido cerrar la herida abierta por aquel recuerdo. Seguimos igual porque, al parecer, sólo hay víctimas de una determinada clase política.