HOY asistiremos a una más de las aperturas o inauguraciones que este céntrico solar de nuestra ciudad ha visto a lo largo de su historia: la Plaza de los Fueros, un espacio simbólico nacido de la mente del tándem Chillida-Ganchegui, que es a la vez un espacio simbólico de lo que Vitoria-Gasteiz ha sido y es.
Resulta simpático recordar cómo ya hace más de cien años en el mismo lugar se daba un panorama muy habitual en nuestra ciudad. Doce años discutiendo hasta aprobar el proyecto de Javier Aguirre, arquitecto. Siete más, que al final fueron nueve, para inaugurar aquella Plaza de Abastos que hoy no podemos admirar y cuya cubierta hubo que modificar dos años más tarde de abrir sus puertas. Nadie había caído en cuenta de que en Vitoria-Gasteiz hiela, y de que eso produciría goteras por condensación en la cubierta de zinc. La plaza se nos quedó vieja y no se nos ocurrió nada mejor que tirarla tan pronto dejó de cumplir su misión. A pesar de que nadie tenía muy claro qué hacer con ese magnífico edificio, lo primero que hicimos fue derribar patrimonio y crear un solar.
Volvimos entonces a dedicar casi año y medio a pensar lo que haríamos. Llegó la Diputación Foral, lo decidió y se comprometió a financiarlo. Estábamos ya con la piqueta en la mano y entonces, como en tantas ocasiones históricas, los vitorianos de siempre -no confundir con los de toda la vida- se pusieron a patalear y con la ayuda inestimable de sus voceros habituales consiguieron montar tal algarabía que los autores optaron por renunciar. Menos mal que entonces un movimiento tan vitoriano como el que más decidió indignarse y no dejarse avasallar. Su campaña de apoyo al proyecto basada en la razón y la información tuvo éxito. Este mes se cumplen 33 años del cambio de opinión de Chillida y Ganchegui gracias a los miles de vitorianos que firmaron a su favor.
Visto el desarrollo del proyecto, estoy convencido de que en más de una vez los autores se arrepintieron de haberles hecho caso. Los de siempre no están acostumbrados a perder y siguieron poniendo chinitas. El resultado fue un ni pa"ti ni pa"mí que hemos venido arrastrando hasta hoy, y eso suponiendo que este sea el final del camino. La zona monumental concebida para alzarse fue condenada a enterrarse igual que el bolatoki. Nadie cayó entonces en el peligro que eso representaba, y por desgracia ocurrió lo que tenía que ocurrir. Lejos de enmendar errores estos se fueron acumulando sobre una pieza que debiera ser un orgullo para Vitoria-Gasteiz. La escultura de Chillida la cubrimos de tablones y luego la encerramos con barrotes. Les recuerdo mi teoría sobre el desarrollo caótico de los proyectos en nuestra ciudad, del que éste es una buena muestra, en base a múltiples intereses, contradictorios entre sí, que hacen imposible prever cómo finalizará el proyecto.
Hoy decimos que la hemos recuperado, pero en éste como en muchos otros casos, nunca acabaremos de ganarla hasta que no la conquistemos y la hagamos nuestra, en lo que es, en lo que representa y en lo que simboliza. Un gran proyecto de repercusión internacional que en manos de algunos de nuestros ilustres convecinos estuvimos a punto de perder y que con nuestra pasividad desvirtuamos.
Pero lejos de ser agonías y seguir llorando nuestros errores por activa o por pasiva, ya va siendo tiempo de aprender. Más aún. Va siendo hora de poner en marcha lo que sabemos. Porque sabemos que en Vitoria-Gasteiz habitan fuerzas que tienden a luchar porque todo siga como está, con ellos arriba y el resto alrededor. Porque sabemos y hemos comprobado que la ciudadanía es capaz de trasformar la realidad cuando se pone a ello, a pesar de frenos y otras trampas. Porque tenemos que dejar de ser quejicas, valorar la ciudad que tenemos y pelear por la que queremos ver crecer y mejorar.
Sé que se nos puede decir que nuestra fuerza progresista está hoy intentando paralizar los grandes proyectos de la ciudad, como en su día lo hicieron y hoy lo siguen haciendo grupos más conservadores. Y sin embargo nada más lejos de la realidad. Entre aquellas resistencias y las nuestras hay diferencias de entidad. Diferencias de las que nuestros actuales gobernantes también debieran aprender y hasta practicar lo que aprendan. Aquel proyecto estaba financiado completamente y no hipotecaba a la ciudad y al territorio, como lo están haciendo alguno de los sueños de actualidad. Aquellos que se oponían a la Plaza de los Fueros no lo hacían por criterios medioambientales, ni socioeconómicos, ni tan siquiera por defender un modelo de ciudad. Eran oportunistas inmovilistas, nada más, y nosotros hoy hablamos de momentos y de oportunidad, de prioridades, de austeridad, de racionalidad y también de ciudad.
Por eso por la mañana de hoy, cuando la plaza se abra de nuevo a la ciudadanía de Gasteiz, queremos desde Ezker Batua recordar aquella victoria de la ciudadanía, siquiera parcial, como símbolo y reconocimiento de que esta ciudad es cosa de todos, de quienes la representamos y de quienes nos eligen también. Por eso hoy recordaré con agradecimiento a Enrique. Por eso luciremos, como hace 33 años, la pegatina que clamaba Plaza Fueros sí.