es verdad, el comunicado de ETA fue una decepción. Todos sabemos que un comunicado tiene claves pactadas que escapan a quienes no tenemos información privilegiada y valoramos las palabras tal cual suenan en el lenguaje común. Pero el comunicado era material de derribo. ETA quiere pasar del terror a la política sin despeinarse.

Como ciudadano de a pie y lector de estos temas, para mí ese comunicado es absolutamente insuficiente. En realidad es el programa político de un partido. Ya no es la ETA que se pretende vanguardia revolucionaria que debe conducir a su Pueblo a un destino providencial, con el sacrificio cruento de sus enemigos, pero sí la que antes de entrar en la política organiza el escenario a la medida de su proyecto político nacional. Es decir, si se trata -según el comunicado- de articular consensos para reconocer la realidad nacional de Euskal Herria y su territorialidad, de encauzar el derecho de autodeterminación y proclamar potencialmente la soberanía política de los vascos, es lógico que ETA se disuelva por haber alcanzado sus objetivos ya o en un futuro no lejano. Si para ello se compromete a un "alto el fuego permanente, general y verificable", no veo qué sacrifica de sus actuales pretensiones políticas por esta nueva vía. A mi juicio, está diciendo que se compromete a la vía democrática en política siempre que se garanticen las condiciones fundamentales que exige. Y es obvio que ETA sabe por todos nosotros cuáles son las condiciones democráticas. O sea, vamos a terminar democráticamente con un problema político, pero ETA define cuál es este problema y cómo se encauza democráticamente.

Una lectura más pragmática puede hacerme pensar que el mero hacer política es un camino sin retorno y que siempre se parte de unos máximos para ir rebajando hasta unos mínimos. También cabe pensar que un alto el fuego "permanente, general y verificable" debilita de tal modo a una organización terrorista, ya de por sí muy mermada, que tiene como efecto su casi imposible recuperación. Y cabe pensar que ETA al cabo se conformaría con medidas relativas a sus presos. Pero todo esto es rizar el rizo. Me quedo con la primera valoración de que ETA ofrece lo mínimo que se puede esperar de ella a cambio de un plan que, política y moralmente, nos somete y salva toda su historia de barbarie.

Otra cosa es si me preguntan, con realismo, si esperaba más renuncias de ETA y si sus exigencias políticas no son también las de la izquierda abertzale y con derecho a defenderlas legítimamente. Entonces, si el alto el fuego sirve para que ETA salga del escenario y ceda el testigo a la política, y si ésta sigue su camino con autonomía absoluta, no es un mal fruto.

Cierto, pero con autonomía absoluta de la política para pactarlo todo entre todos. Sólo política, al margen de ETA y, si ésta subsiste, contra ella. Pactarán los vascos y los pueblos con los que conviven desde siglos. Provisionalmente, una vez más, pero es la democracia en lugares de conflicto identitario. La democracia no resuelve todos los problemas políticos, sino que exige y posibilita su expresión civilizada.

¿Y los presos? Permanece el derecho penal y la memoria de las víctimas del terrorismo: no se puede evitar la justicia. Pero se puede humanizar el castigo; se puede y hasta se debe. Siempre es un deber del sistema penitenciario de una sociedad civilizada. Nunca vamos a quedar todos contentos, nunca es posible; pero sí podemos quedar la inmensa mayoría reconciliados con nuestra dignidad de ciudadanos y personas, y el camino de la justicia es irrenunciable.