Suena ciertamente extraño escuchar a diestra y siniestra que es necesario (¡y urgente!) proceder a una reforma profunda del sistema español de pensiones aduciendo la precaria situación económica que padecemos. Creo que el proceso argumental debería ser justamente el contrario: deberemos mejorar la situación económica, hacer disminuir nuestra tasa de paro e incrementar nuestra productividad y eficiencia para seguir manteniendo nuestro sistema público de pensiones. Porque debe recordarse que el sistema español de pensiones tiene superávit desde hace años... a diferencia de Francia y otros países.
Y suena extraño el empeño socialista en tomar todas las medidas antisociales posibles, mandados por los impacientes mercados internacionales, inclusive la vergonzosa medida de retrasar la edad de jubilación hasta los 67.
Y suena extraño este empeño sin que se tengan otros empeños previos, a saber: mejorar los incentivos para retrasar voluntariamente la edad de jubilación, meter mano a las jubilaciones anticipadas y a las insostenibles jubilaciones parciales, objetivar las invalideces y, quizás, incrementar el período de cálculo más allá de los últimos 15 años. Estas medidas serían más que suficientes para fortalecer y hacer sostenible un sistema público que algunos pretenden echar abajo (y sustituir por otro).
Y, claro, suena ciertamente extraño que, como paso previo, no se eliminen los privilegios de los diputados nacionales.