andoni tuvo que sucumbir a la presión. En cuanto terminó Ingeniería en Bilbao, a la vuelta se colocó en una de las tres grandes plantas industriales de Vitoria y vino la retahíla del piso, pero prefirió compartir con dos colegas un ático en la calle Nueva Fuera. Al año siguiente se fue a vivir con su novia a un apartamento de alquiler en Lakua y enseguida compró un coqueto y brillante coche de 140 CV TDI. Pero la monserga del piso era incesante. Que si estás tirando el dinero, que si es una inversión, que si piensa en el futuro, que si tal y que si cual. Se apuntó a las listas de Etxebide y tras pasar sin suerte por dos sorteos de VPO un amigo de su padre encontró un piso en Salburua por sólo 230.000 euros. Una preciosidad y una gran oportunidad de inversión de futuro. Primero fue la hipoteca -muebles y decoración incluidos- y luego las amortizaciones con las pagas extras para reducir tiempo "y así pagas menos intereses". La entrada corrió a cargo de sus padres, pero entre las letras del coche, el crédito del piso y tal y cual, pasaban de 1.100 los euros que se iban al mes como gasto fijo. Y con el resto, a sobrevivir rascado como podía sin tantos viajes, ni tantos colegas, ni tantos vicios ni alterne, ni tantas risas. Todo por el futuro. Más tarde vinieron el ERE en la fábrica, los agobios, los nervios y los malos rollos con Blanca. Las cuentas empezaban a no cuadrar y el coche, el piso y la vida le empezaron a pesar a Andoni como una losa. Hoy vende piso, busca futuro y añora aquella precariedad con sus colegas en aquel cuchitril de Nueva Fuera.