ala exclusión que sufren las mujeres en el seno de la sociedad patriarcal en que vivimos, en ocasiones se suman otras variables como la clase, la orientación sexual o la raza, por citar algunas. Si el ser categorizada como mujer conlleva inevitablemente la existencia de una discriminación por cuestiones de sexo-género, ésta será más ligera cuando hablamos, por ejemplo, de una mujer blanca, europea, de clase media-alta y heterosexual. Si la mujer es negra, inmigrante y lesbiana, tendremos que ir añadiendo variables discriminatorias, en ocasiones hasta llegar a límites insospechados en el interior de nuestra sociedad del bienestar, supuestamente igualitaria. Suceden a veces hechos impensables que entran en profunda contradicción con mensajes institucionales igualitarios políticamente correctos, campañas de prevención de violencia y anuncios varios.
Una de ellas es el caso de la trabajadora sexual que fue violada por tres hombres el pasado 24 de octubre en Vitoria. Era mujer, negra, inmigrante y sin papeles. Además ejercía un oficio socialmente denostado a través de la hipocresía que nos caracteriza, el de la prostitución. A pesar de todo, se atrevió a denunciar y los violadores fueron detenidos, gracias a una práctica solidaria entre compañeras, que suelen apuntar las matrículas de los coches que las demás mujeres abordan.
Al poco tiempo, y sorprendentemente, los violadores fueron puestos en libertad debido a que, al parecer, la mujer había abandonado Gasteiz y no se personó a ratificar la denuncia. Todo legal. No cuesta demasiado imaginar la situación de desamparo y miedo a la que se enfrentó esta mujer, cuando al denunciar un hecho de tamaña gravedad se encuentra con que no tiene papeles ni ciudadanía.
Tras varias semanas de silencio, se supo la noticia de que la mujer, buscada por la Policía Municipal, había sido hallada en un centro de expulsión de extranjeros en situación irregular en Madrid. Al parecer, España la largaba de vuelta a casa tras su agradable estancia en nuestro país.
Tras lo sucedido, la mujer se negó a participar en la rueda de reconocimiento de los sospechosos, suponemos que por miedo, hartazgo o falta de confianza en un sistema legal que trata a las mujeres inmigrantes peor que a perros.
La Asamblea de Mujeres de Álava reclama la derogación de una Ley de Extranjería injusta que niega derechos básicos a las personas inmigrantes y ampara situaciones de total vulnerabilidad, como es el caso de la inmensa mayoría de las trabajadoras sexuales. Asimismo, exigimos que en estos casos se pongan automáticamente en marcha todos los mecanismos institucionales de amparo a estas mujeres para asegurarles una protección total, tanto legal como económica e incluso física, para ellas y sus familias.
Asamblea de Mujeres de Álava Arabako Emakumeen Asanblada