En nuestras instalaciones se ha remozado la pista y se ha ampliado el aparcamiento, pero las nuevas líneas, los futuros viajeros no los vemos por ningún lado. Tenemos unas instalaciones que en su momento fueron consideradas de lo mejor en el Estado y sin embargo no sirven. Nos tenemos que conformar sólo con la carga y creo que nuestros políticos deben ser más ambiciosos.

Pero no me estoy refiriendo a esa pobre gente que huyendo de la miseria viene aquí buscando una vida mejor y ofreciéndose como esclavo para que le explotemos con todas las de la ley. Me refiero a esos bárbaros turistas, invaden nuestras costas y con cuatro duros de su jubilación viven a papo de rey elevando los precios de la vivienda y de los alquileres locales, agrupándose en auténticas colonias en las que consumen sólo en establecimientos regidos por y para su gente, sin mezclarse con la chusma latina, a la que sin embargo no dudan en saquear su maltrecha Seguridad Social.

La inmigración ilegal que tanto preocupa a Gobierno y oposición no es nada comparada con lo que está sucediendo en las zonas turísticas, donde empezamos a sentirnos extranjeros en nuestra propia tierra, no precisamente por ver cómo de nuestros enfermos, niños y ancianos se ocupan indígenas con ponchos coloristas, cómo los moros venden de todo en las aceras o los chinos reconstruyen el pequeño comercio que hundieron las grandes superficies. Ninguno ha pretendido nunca que les hable en su idioma y me han tratado con muchísimo respeto, por la cuenta que les trae, pues siendo conscientes de su condición esclava procuran evitar problemas que les convierta en centro de atención.

Por el contrario, la ofensa que se extiende por todo el litoral desde Huelva a Barcelona, con locales atendidos por ingleses que sólo hablan inglés, que venden productos ingleses y para mayor desfachatez, cuando se les antoja, devuelven el cambio en libras. Además, no tienen problemas en montar algaradas, destrozar el mobiliario urbano, causar accidentes de tráfico o ensuciarlo todo, porque nada les supone un problema en su país de origen. A éstos sí que habría que expulsarlos por la vía rápida.