AMIGO Grissom, ponte las pilas. Esto va de un tipo armado con una pistola y oculto bajo un casco de motorista. De esta guisa se cruza pasadas las tres de la madrugada del martes el célebre Bellagio de Las Vegas hasta la mesa de los dados, donde manga millón y medio de dólares en fichas. Se da la vuelta, sale, se monta en su moto y desaparece. Si no recuerdo mal, en Ocean"s Eleven alguien enumera los robos más célebres a casinos de la ciudad. Todos se quedan en intento... hasta el del pasado martes. Más que nada porque la filmografía al respecto nos recuerda qué les pasa a quienes osan perturbar ese microcosmos, como nos enseñaron los grandísimos Robert De Niro y Joe Pesci creo que en Uno de los nuestros, explicando a la entrañable madre del segundo que la sangre del coche era consecuencia del atropello de algún animal segundos antes de trincarse una clásica cena italiana, que seguro que incluía albóndigas. El mismo De Niro, después, nos desveló en Casino que nada ocurre en un ídem de Las Vegas sin que un ejército de vigilantes se enteren y, por supuesto, clásicos del género como El Padrino ya apuntan que, siguiendo el célebre aforismo what happens in Vegas stays in Vegas, los problemas de esta índole se solventan cavando agujeros en el desierto o con el no menos clásico Moe Green special, es decir, tiro en el ojo y a otra cosa mariposa. En fin, la tranquilidad que le queda al Bellagio es que el CSI hará un estudio biométrico que, unido a las epiteliales recogidas en la escena del delito y la triangulación via satélite del gps de la moto, terminará en detención segura.