hoy conmemoramos el Día Internacional de las Personas Migrantes. Hablo de conmemorar, no de celebrar, pese a que ayer el alcalde ya se encargara de preparar una fiesta para calentar motores. Un 10% de la población gasteiztarra es inmigrante. Para el equipo de gobierno municipal esto representa "20.000 oportunidades de interculturalidad, de conocimiento y de valores". Creo que, además de las oportunidades, hay que tener muy presentes hoy las realidades. La realidad de las dificultades de las personas inmigrantes de cara a la integración, las carencias de alfabetización, los trabajos en la economía sumergida, las lagunas en los sistemas de protección social, la sensación de desarraigo, los alojamientos en camas calientes? No hay confeti que tape todo esto.
Reclamo reivindicación y reflexión, especialmente en el ámbito municipal. La principal herramienta para guiar cualquier tipo de actuación son los planes. Los hay para todas las áreas del Ayuntamiento y para todos los sectores sociales, desde la infancia a las personas mayores. De los planes se derivan los presupuestos o las campañas específicas. ¿Cómo se entiende entonces que cumplamos ya tres años sin Plan de Inmigración en Vitoria-Gasteiz? El último caducó en 2007 y desde entonces carecemos de toda estrategia.
Esto me hace pensar que para los estrategas neosocialistas la inmigración no deja de ser un fenómeno de interés meramente electoral. Por un lado, no tienen problemas a la hora de realizar grandes campañas para generar empatía en los países de origen y en asociaciones locales a la busca de nuevos ciudadanos con derecho a voto. Por otro, no les importa enfangarse en la demagogia cuando surgen debates como los del fraude en las ayudas sociales y el control policial, aceptando alegremente la idea de que éste importante sector social ha de ser el chivo expiatorio de la crisis. Si en verdad desde el socialismo creyesen en el potencial que ahora representa la diversidad de razas, las diferentes culturas, el caudal de personas con ganas de trabajar y sacar adelante su municipio de acogida y a sus nuevos hijos gasteiztarras, en estos momentos estaríamos hablando de un nuevo Plan de Inmigración.
Pero va a ser que no. La política de acogida social, un aspecto pionero de Vitoria-Gasteiz en otras épocas, no es uno de los principales objetivos del equipo de Lazcoz. Le atenaza la posibilidad de ser criticado en este aspecto en una época de crisis, donde la economía lo dicta todo y la derecha coloca a su antojo la etiqueta del despilfarro. Les aseguro que no tendremos plan hasta después de mayo, señal evidente de que importan más los votos que unos derechos actualmente no garantizados.
En el PNV tenemos muy claro que nuestro principal activo son las personas, todas y cada una, con sus derechos y sus deberes. Dejar a 20.000 personas sin plan es mandar al limbo sus derechos y no reconocer sus deberes. Dejarles sin plan es abrir la puerta a la incertidumbre, a la indefinición, a la expectativa defraudada y a la sospecha de favoritismos.
El viaje de una persona inmigrante no acaba en el municipio de acogida, tan sólo se reformula y en muchos casos la meta queda todavía muy lejos. Se hace más duro el camino cuando faltan herramientas tan sencillas como una simple brújula, que para estos miles de personas (más que toda la población de Salburua y Zabalgana) es el Plan de Inmigración, no la voluntad caprichosa de un equipo de gobierno.