UN año más conmemoramos el 62º aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, proclamada el 10 de diciembre de 1948 por Naciones Unidas. Dicha Declaración consta de 30 artículos, citaremos el artículo 25 porque también viene en nuestra Constitución que cumple estos días años y está muy lejos de cumplirse "Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud, y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez y otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad… La maternidad y la infancia tienen derecho a cuidados y asistencia especiales. Todos los niños, nacidos de matrimonio o fuera de matrimonio, tienen derecho a igual protección social." Qué lejos de ver cumplido lo que por ley tenemos derecho.

Hoy, 62 años después, más de 1.350 millones de personas en el mundo -las dos terceras partes de ellas mujeres- viven en condiciones de pobreza extrema. Al mismo tiempo, la capacidad de nuestro planeta para abastecerse es cada vez menor. La degradación de los ecosistemas y la creciente vulnerabilidad social y ecológica afectan a todos, pero los pobres sufren sus consecuencias en mayor grado que los demás.

Para hacer frente con éxito a los enormes retos de un mundo en el que 1.800 millones de personas no tienen agua potable, debemos valernos mucho más sistemática y coherentemente del dinamismo de las políticas y estrategias comunitarias, así como del conocimiento y la competencia técnica de otros grupos asociados de la sociedad civil. La solución de estos problemas es una obligación moral que toda persona decente debe sentir como prioritaria e irrenunciable.

Los Objetivos de Desarrollo del Milenio no son simples aspiraciones idealistas. Son algo nuevo y diferente; metas claras, con plazos determinados, para mejorar en forma rápida y mensurable la calidad de los ciudadanos más pobres del mundo, con medidas que van desde la escolarización de los niños hasta la lucha contra enfermedades letales como el sida y el paludismo, la promoción de los derechos de la mujer y la erradicación del hambre. Compromiso en la Cumbre de Naciones unidas de reducir la pobreza a la mitad hacia el año 2.015: sin un compromiso claro y sin ambigüedades de los países ricos de respaldar esos esfuerzos de buena fe, eliminando las barreras al comercio, acelerando el alivio de la deuda y ayudando a los países pobres a obtener los recursos interno y la inversión privada que tanto necesitan.

Si en los próximos diez años no damos solución al problema de la inmigración y al conflicto entre religiones, son impredecibles las consecuencias, en sus versiones terroristas, entre partidarios de los distintos cultos religiosos. Debemos todos comprometernos por nuestro futuro en dar cumplimiento exacto a la Declaración Universal de los Derechos Humanos, como meta irrenunciable del ser humano.

Finalmente hago un llamamiento a la conciencia ciudadana para que presione por los medios que pueda al Gobierno a que cumpla con su obligación de velar por los derechos humanos en el Sahara Occidental, así como defienda las resoluciones de las Naciones Unidas de que se celebre de una vez el referéndum de autodeterminación.