Ocurrió el pasado 2 de diciembre en Vitoria-Gasteiz, flamante green capital y gran animadora y defensora a ultranza de la utilización de la bicicleta, incluso en el crudo invierno vitoriano. Dejé mi bicicleta en el parque que hay justo enfrente del centro cívico El Campillo, en el Casco Viejo. Miré el cartel de horarios en el que se puede leer en euskera y castellano:

JARDIN PÚBLICO

Abierto: De 10 a 20 h. (invierno) De 10 a 22h (verano).

Pensé: hoy es 2 de diciembre (otoño) con lo cual el letrero es ambiguo. No se que cuál es el horario de cierre ni en primavera ni en otoño.

Como eran las 21.00 horas y estaba abierto, me animé a dejar la bici en el guardabicis que hay en el interior. Cuando volví, a las 21.30 horas, las tres puertas del parque estaban cerradas con una gruesa cadena con candado. Pregunté a la chica del Campillo, que en esos momentos estaba cerrando el centro cívico pero no sabía nada. Llamé al 010, pero terminan el turno a las 20.00 horas. Fui a la nueva comisaría de Policía Local del Casco Viejo, pero terminan el turno a la misma hora.

Como tengo una herida en el pie que me impide caminar con normalidad y, además, necesitaba la bicicleta para ir a trabajar el día siguiente, llamé a la Policía Local (092) para solicitar ayuda. La chica que me atendió, majísima, me comento que era un momento problemático pues el cambio de turno estaba próximo, pero que me ayudarían y que una patrulla del próximo turno se acercaría hasta allí con las llaves. Quedó en que me llamarían para confirmar la hora.

Media hora más tarde y en vista de que no había noticias y de que hacía un frío helador (2º), llamé de nuevo. Me atendió un señor que dijo que a lo mejor iba una patrulla pues en todo caso había sido un despiste mío. Y a ver si tenía suerte y las llaves que llevaban abrían las susodichas puertas. Al de media hora llegó la patrulla. Intentaron abrir las puertas sin éxito, ya que parece ser que en la central no tienen las llaves correctas,

Amablemente, se ofrecieron a llevarme en el coche patrulla a mi casa. Pero en el momento en que les pedí pasar primero por Aguirrelanda para poner una queja o una denuncia, por la ambigüedad del cartel de horarios y el tema de las llaves, cambiaron de actitud y me invitaron a bajar del coche.

A las 11 de la noche, helado, con el pie herido y a tres kilómetros de mi casa, llamé de nuevo al 092 para ver si era factible poner una denuncia por el secuestro de mi bicicleta. La respuesta fue lacónica: ese delito no está tipificado en el código penal, por lo que no se admitiría dicha denuncia.

Camino de mi casa, pasé por el juzgado de guardia con objeto de ver si era factible la denuncia. Con sorpresa comprobé que el horario del susodicho juzgado termina a las 20.00 horas.

Quisiera que esta queja sirviese para que sucesos como el descrito no se produzcan de nuevo en una ciudad que pretende ser modelo europeo de potenciación y uso de la bicicleta. Y por ende, para que quede claro que la finalidad primordial de la Policía Local y de todo funcionario público, tal y como yo creía, debe ser el ayudar al ciudadano.

PD: El 3 de diciembre abrieron el parque a las 10.00 horas, pero estaba en el trabajo. Hasta la tarde no pude ir a recuperar mi bicicleta.

Jesús Ortega Oteo