Una de las cosas que más llama la atención de nuestros mayores hoy es el comportamiento de las nuevas generaciones, donde con un léxico soez, una indumentaria que haría las delicias de los productores de la industria del cine y una falta de respeto total hacia todo lo que le rodea, deja muy preocupante no solamente nuestro futuro, pero sobre todo el de ellos.
Me comentaba un amigo librero recientemente, que no hace mucho entró en su establecimiento un joven, el cual le dijo: "¡Oye, cara ostia, véndeme un libro que trate de cómo hay que comportarse en sociedad!". Me reservaré la respuesta por no distraer el fondo de mi comentario, pero será fácil suponer el rato tan desagradable por el cual tuvo que pasar este comerciante.
El problema viene de arriba, donde se ha perdido el respeto a todo, porque nos reímos de todos y de todo, donde idealizamos las cosas más banales, apoyadas por ese monstruo que es el marketing, donde todo el mundo quiere ir de vencedor. Esa pequeña pantalla que irrumpe en nuestros hogares, donde curiosamente los únicos programas culturales se dan por lo general en las horas de menor audiencia, que ha hecho precisamente más famosos a los presentadores más impresentables, valga la redundancia.
Ahora que acabamos de celebrar el cuarto centenario de El Quijote, regalando el libro de esta obra maestra de nuestra literatura, en diferentes versiones, debiera acudirse a nuestras editoriales solicitándoles ese libro, que trate de cómo comportarse en sociedad, para una vez seleccionado y financiado por nuestras instituciones, hacerlo llegar gratuitamente a nuestro jóvenes porque, de verdad, su comportamiento de hoy es muy preocupante.
Se atribuye a Einstein, quien decía: "no podemos resolver problemas empleando el mismo tipo de pensamiento que usamos cuando lo creamos".