CONSTE que no me mola ponerme en plan ácido en estas líneas en las que, por otra parte, aspiro simplemente a encontrar cierto resuello y echar unas risas, aunque no siempre lo consiga. Pero es que no me dan cuartelillo. Una confiaba en reencarnarse en nórdica en la próxima vida, gente civilizada pensaba yo, de ésa que ha construido un estado de bienestar menos cutremari que por estas latitudes. Sociedad avanzada que protege derechos como el de la paternidad/maternidad y a la que no le duelen prendas en gastarse pasta gansa en educación. Pues oiga, casi que me vayan borrando. Resulta que una empresa noruega obliga a sus empleadas a lucir en su puesto de trabajo una pulsera roja en señal de que están menstruando, rollo letra escarlata o estrella de David. Pero tiene una justificación, tranquilos todos. Que sólo quieren controlar y justificar el tiempo que pierden de su jornada laboral en el aseo. Preguntas: ¿cuál es el tiempo medio admitido para el cambio de tampón? ¿Hay incentivos para la que logre la plusmarca de la oficina? ¿No ha pensado la dirección en hacer un informe que estudie la aerodinámica de la compresa con alas frente al tampón, ventajas y desventajas? Y ya puestos, ¿han cronometrado el tiempo de sacudida de miembro de sus compañeros masculinos, incluidos los de la dirección, a los que no se por qué pero sospecho hombres? A ver si resulta que están perdiendo el tiempo y que con un par de hábiles y rítmicas agitaciones va a ser suficiente y algún espabilao está ahí apurando hasta tres o cuatro para fumarse un par de minutos de curro.