SERÍA un error leer la salida de EA de la Diputación alavesa sin recordar el contexto en el que entró, igual que sería erróneo no tener en cuenta el contexto actual. En verano de 2007, el tripartito de PNV, EA y EB se había comenzado a resquebrajar pero aún seguía vivo, de igual modo que el partido de Pello Urizar había iniciado su desvinculación de la alianza sin romper aún todos sus lazos. EA entró en Álava a apoyar a Xabier Agirre con el leit motiv de propiciar un gobierno foral abertzale como alternativa a uno constitucionalista por tercera legislatura consecutiva. Su discrepancia en materia fiscal con el PNV no es nueva y prueba de ello es la brecha que su posición sobre el Impuesto de Sociedades abrió en la anterior legislatura en la armonización fiscal vasca. Pero esas diferencias hace ya más de tres años fueron aparcadas. Igual que hace un año EA se mantuvo al lado de Agirre cuando Aralar abandonó el Ejecutivo al entender que se le imponía el acuerdo presupuestario con el PSE, sentimiento que EA compartió. Luego, la formación abertzale ha recorrido un camino estratégico de la mano de la izquierda abertzale histórica mientras ésta, en paralelo, ha trazado su propia reflexión interna del fracaso del proceso de Loiola en pleno arrinconamiento institucional. La confluencia de ambas vías en un espacio de colaboración aún por concretar se perfilaba hace tiempo y se hubiera visualizado mucho antes si no se hubiera cruzado ETA con el asesinato del empresario Inaxio Uria hace ahora dos años. Ese polo soberanista del que ya se hablaba entonces ha ido tomando forma con especial velocidad estos últimos meses, una acumulación de fuerzas que en el discurso de Batasuna se ha construido con vocación de alternativa al liderazgo nacionalista del PNV. No se le puede cuestionar a EA que fuerce al extremo su presión a Agirre en defensa de su posición en materia fiscal y es legítimo. Sin embargo, si se abre el plano de la fotografía de ayer, también se apreciará que el camino impuesto por la dirección nacional de EA tiene ya poco que ver con la coyuntura territorial -los propios diputados alaveses cuestionaban la ruptura del gobierno foral- , del mismo modo que la propuesta que Batasuna lanzó a NaBai vecina tiene poco que ver con la coyuntura política en la comunidad vecina.
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