Así me quedé el otro día. Después de muchos años ejerciendo la docencia, me quedé sin respuesta ante un alumno. Uno piensa que esto no va a pasar nunca pues los años y la experiencia ayudan a solventar los problemas y a tener siempre una contestación a tiempo pero no, no siempre se sabe qué responder. Y sucedió en clase. Uno estaba intentando motivar a los alumnos sobre la importancia del conocimiento de la lengua, de sus niveles y de su ámbito de uso, cuando un alumno, no sé si el que mejor o el que peor habla, me dijo que lo que yo decía era una absoluta tontería; que "el hablar bien" ya no se llevaba, que eso era de otros tiempos. Uno, pacientemente, intentó convencerle del valor y la importancia de la palabra, pero él rápidamente me contestó:
"Si hasta el lehendakari dice coño en el Parlamento" . Confieso que no supe qué responder, mucho más teniendo en cuenta que el que esto escribe procura cumplir escrupulosamente los objetivos de la programación de Lengua enviada por el Departamento de Lengua de la Consejería de Educación, que en su apartado 3 dice: "Expresarse e interactuar oralmente y por escrito mediante discursos coherentes, correctos y adecuados a distintas situaciones y finalidades comunicativas?"
Ya sé, me dirán ustedes que el discurso era coherente, correcto y adecuado puesto que el Parlamento Vasco es el lugar de reunión de los "colegas". Sin palabras.