Leí en la prensa del jueves los enfrentamientos que se produjeron la víspera entre los "radicales" de seguidores del Alavés y del Logroñés. A esos energúmenos no se les debe llamar radicales, pues creo que el término se debe emplear para definir a los que son fieles a sus raíces, pero nunca a los que cofunden el espectáculo deportivo con una lucha de bates de béisbol, botellas y lanzamiento de contenedores.¿ Así se anima a un equipo de fútbol?
La violencia verbal es el principio del fracaso de la convivencia. A ese grupo minoritario de mal llamados aficionados se les debe llamar de otra manera, con un léxico más veraz. Considerarse radical es para mí muy bueno. Fiel a tus principios éticos, morales, religiosos, sociales, a tu pueblo, a tu identidad e incluso a tu equipo deportivo. Por desgracia, se confunden demasiado los términos. La falta de respeto a las ideas de los demás nos lleva a creernos poseedores de la verdad, nos lleva a situaciones incomprensibles.