sostienen los expertos sesudas tesis sobre la revolución de las nuevas tecnologías y concienzudas predicciones sobre los profundos cambios sociales, económicos y hasta psíquicos que nos deparan la I+D+i de las wap, el cosmos cibernético del facebook o hasta la comunicación mental a través del espacio electromagnético. Y, sin embargo, el camarada Gutenberg resiste -ninguna tecnología iPod ha conseguido aún impedir que la gente siga buscando en el papel prensa las pequeñas y grandes historias de su realidad más cercana- en una batalla en la que también sucumbieron antes la tele y las puntocom. Pero lo que no podían sospechar los más avezados telecos es que hasta las palomas mensajeras pueden todavía ridiculizar a la tecnología de banda ancha. En una zona rural de verdes praderas al norte de Inglaterra acaba de tener lugar un curioso desafío para comprobar la rapidez en la transmisión de un archivo de 300 MB. Diez aves torcaces cargadas con dispositivos USB en sus patas partieron desde una granja en el condado de Yorkshire, al tiempo que en la Red de alta velocidad comenzaba la descarga de un vídeo de 5 minutos. Hora y cuarto después, mientras que apenas una cuarta parte del archivo había sido descargado, las palomas ya habían llevado las memorias a su destino, a unos 120 kilómetros. Les sobraron casi cuatro horas para echar un té hojeando el Daily Telegraph o devorar una buena novela de Evelyn Waugh en medio de la campiña bajo una sombrilla y un sherry bien frío. Y todo, sin ADSL.