Un mayor respaldo de la Administración, más atención -no sólo para los pacientes sino también para quienes los cuidan-, más recursos directos, un incremento de las partidas para investigación, una atención sociosanitaria integral a enfermos y cuidadores y una revisión de la ley de Dependencia que agilice los trámites, tenga en cuenta la situación familiar de los enfermos de grado menor y garantice una adecuada asistencia son algunas de las demandas que los familiares de los enfermos de Alzheimer pusieron ayer de manifiesto en el Día Mundial de esta inquietante enfermedad. La jornada en Vitoria se celebró en la Catedral Santa María, donde Afades, la Asociación alavesa de Familiares de personas con enfemedad de Alzheimer y otras demencias, hizo socio de honor al contratenor Carlos Mena, quien, además de mostrar la excelencia de su voz, se convirtió en mensajero de reivindicaciones. El Alzheimer se extiende a un ritmo mucho más veloz que la investigación y el conocimiento de la enfermedad, que conlleva la pérdida progresiva de la memoria. Hoy en día no tiene solución. Dicha constatación es, sin duda, una tragedia para quienes conviven con ella; además, las previsiones que manejan algunos expertos es que esta dolencia pueda crecer un 75% en los próximos 25 años. Según estimaciones sanitarias, en la CAV podría haber entre 30.000 y 35.000 afectados por esta enfermedad, 5.000 de ellos en Álava, y en el Estado los afectados superan los tres millones. Teniendo en cuenta el enorme impacto que tiene esta dolencia en su propio entorno -donde los mismos familiares se ven en la necesidad de sacrificar su vida personal y profesional en el cuidado de sus enfermos- y atendiendo al progresivo envejecimiento de la población, no hay duda de que éste empieza a ser un problema de enormes dimensiones. Así, ante las justas demandas de quienes sufren Alzheimer parece más que evidente que es necesario no sólo un esfuerzo de inversión, sino una mayor implicación de las instituciones para seguir trabajando en varios frentes, desde la mejora en la investigación para curar y tratar de retardar la aparición de la enfermedad, garantizar la calidad de vida de los pacientes y sus cuidadores hasta una mejor coordinación de todos los recursos disponibles. En definitiva, una política valiente.