Nos repetimos porque la realidad se repite, es insidiosa, no podemos soslayarla, pasar de un número de circo a otro.

Los gitanos pueden estar satisfechos. Sarkozy los ha sacado de la inexistencia, de la invisibilidad, aunque sólo sea de manera nominal. Han saltado a la primera plana de todos los medios de comunicación como objetos de un exceso de poder, aunque apenas se les haya mostrado en imágenes. No ha hecho falta hablar, o apenas, de sus condiciones y medios de vida.

Las imágenes han sido sobre todo las de Sarkozy, en gestos y poses ridículos, y de los demás gobernantes -¿líderes?... ¿de qué?- que se han reunido estos días en Bruselas, no las de los gitanos. Ah, sí, y han corrido anécdotas que lo retratan como una persona altiva y de malas pulgas.

Pero una de esas imágenes me ha llamado la atención más que otras: la que enfrentaba al altivo Sarkozy con el presidente rumano, a quien en el grueso del largo artículo, ilustrado por esa imagen, no se le dedicaba ni una línea. Por lo visto, el rumano no tenía nada que decir ante la manera en que han sido considerados y tratados sus conciudadanos, que lo son, por muy gitanos que sean y él no, y cómo van a seguir siendo tratados en el futuro.

Claro que tal vez sea, aunque lo dudo, porque no se sabe qué pasa en Rumanía con los gitanos. No es muy común encontrar a alguien que sepa de verdad acerca de cuál es la realidad de los gitanos rumanos en Rumanía, esto es, de las tres etnias que los agrupan. Enterradme de pie, de Isabel Fonseca, es una buena forma de enterarse, pero es un libro, lástima, y ya no corren tiempos librescos. Del Holocausto gitano en Rumanía no se sabe apenas nada. Generalidades. Fueron deportados en masa a Transnistria, donde murieron de la misma manera, cuando no fueron cazados como alimañas en los lugares donde vivían o estaban de paso. Valían menos que los judíos, porque poseían menos objetos valiosos que éstos para robárselos y carecían de bienes que pudieran ser expoliados. Los judíos rumanos cuentan con obras como la de Matatias Carp, Cartea Neara, que impiden revisionismo alguno del estilo lo pasado, pasado o mejor no remover. Los gitanos no tienen apenas cronistas, o son muy tardíos, del genocidio padecido. Rumanía sólo aceptó su responsabilidad en estos hechos por exigencias de la Unión Europea y de cara a su integración en ésta, esto es, de manera muy tardía y siempre marginal. Al rumano nacionalista y ortodoxo estos asuntos le inquietan poco. Lo que le inquieta es tenerlos como vecinos, como población flotante no asentada.

Está visto que importa lo que diga Francia, Alemania, Luxemburgo, a donde los gitanos no van y los gobernantes no quieren que vayan, pero muy poco o nada, lo que tenga que decir el presidente del país al que pertenecen los gitanos expulsados. En Europa todavía hay clases. Y en este sistema de clases a España le ha tocado esta vez el papel de ir de modelo de integración transicional de los gitanos. Aquí alguien, como se suele decir, ha vuelto a beber. ¿Qué significa esa pavada? ¿Qué hay detrás de la papilla informativa gubernamental que se nos suministra? ¿De qué nos hablan los enviados especiales?

La semana pasada asistí a un buen truco para no darle la mano a un gitano: "No, no me des la mano que la tengo sucia".

No sé lo que tendrá que ver la integración de los gitanos con la Transición, ese asunto hasta hace nada intocable y cuya insuficiencia sólo está revelando el tiempo. Es posible que España sea un modelo en integración transicional de los gitanos, no lo sé, no sé en qué se cifra esa grandilocuencia que huele a saco de humo, pero desde luego no lo fue en la depuración de los cuerpos policiales y de la magistratura que colaboraron de hoz y de coz con el franquismo, y que facilitó el paso de, por poner un ejemplo, un fiscal felón y franquista hasta las cachas, a paladín de la democracia.

La Ley de Memoria Histórica ha llegado, sí, pero tarde. Apertura de fosas de asesinados y enterrados de cualquier modo, sí, supresión de nombres de calles, también, aunque no de todas, pero no, en ningún caso, invalidación de todos y cada uno de los procesos militares y civiles emprendidos al amparo de una legislación de excepción.

La medalla de los gitanos viene bien para cubrir la quemadura del habano que afea el traje de gala demócrata sin tacha.