la economía vasca viene encadenando varios trimestres de crecimiento hasta alcanzar una tasa interanual del Producto Interior Bruto de medio punto, con una tendencia al alza por primera vez en año y medio. Un dato alentador, sin duda, aunque esa cifra por si sola, aislada de su contexto, le sirvió al consejero de Economía, Carlos Aguirre, para echar las campanas al vuelo y declarar la crisis por zanjada. Una conclusión triunfalista y precipitada que, cuando menos, requiere de muchos matices, cautela y ponderación, según se encargaron después de poner en evidencia distintos especialistas, entre ellos el propio número dos del Departamento, Andrés Araujo, o ayer el diputado de la Hacienda alavesa, José Luis Cimiano. Es cierto que Álava tendría razones para presumir al sacar la cabeza en la economía vasca con un PIB que rebasa el punto y duplica el índice de la CAV, al experimentar un crecimiento de sus exportaciones del 17% gracias al tirón de Alemania y Francia -sus mejores clientes- o al ver incrementada su recaudación fiscal en un 15% respecto al ejercicio anterior. Son datos que, ciertamente, ofrecen un respiro. Pero el responsable de la Hacienda foral alavesa -a diferencia de su homólogo en el Ejecutivo vasco- prefiere ser cauto y no dejarse llevar por la euforia. Y es que la coyuntura, después de dos años muy duros para la economía y para la situación por la que atraviesan miles de familias, ofrece claroscuros. El PIB vasco, si bien ha crecido, lo ha hecho unas décimas por debajo de las previsiones; el paro sigue siendo el principal caballo de batalla y la creación de empleo se mantiene estancada; el consumo no vislumbra síntomas claros de recuperación -e incluso se le suma la incertidumbre de la subida del IVA- y la economía española -principal mercado vasco- continúa paralizada. Y todo ello sin contar con que la todavía malograda recuperación del sistema financiero -clave para una economía gripada en esta arteria- se hace esperar. La economía alavesa, a su vez, no puede relajarse y descansar en los alentadores indicativos del PIB, puesto que aún tiene deberes pendientes en el terreno de la especialización, la diversificación de su tejido productivo y la europeización de su mercado exterior. El camino que queda por delante es largo.