Comienza un nuevo curso en el Parlamento Vasco tras 16 meses de gobierno socialista en Euskadi y quiero recalcar el principal valor que el cambio político ha traído aparejado: hay más tranquilidad en la política vasca que en ningún otro momento de la última década. Desde el primer día nos hemos dejado la piel para serenar el clima, para acabar con la crispación, para terminar con el frentismo y para descompresionar el debate identitario en Euskadi. Y verdaderamente creo que estamos en el camino para conseguirlo si no cambiamos de rumbo.

Cambiar los ejes de la discusión pública en Euskadi no ha sido nada fácil. Y es verdad que no ha sido un mérito nuestro en exclusiva, porque a nuestro empeño le ha acompañado la coyuntura internacional. De cualquier modo, hemos pasado de estar todo el día dándole vueltas a la discusión sobre nuestro ancestral pasado y nuestro agónico presente como pueblo, a fijar la atención en las verdaderas preocupaciones de la gente para el futuro: la lucha contra la crisis económica, las reformas en el Estado de Bienestar y la defensa de las libertades y la lucha contra la banda terrorista ETA y quienes les apoyan.

Seguro que no es la que a otros les hubiera gustado, pero esta ha sido la agenda política. Además, el que hayamos discutido sobre las prioridades de la mayoría de la sociedad, ha llevado aparejado una mayor cercanía del Parlamento con la calle. Y este cambio de agenda -junto a la inactividad de la banda terrorista ETA, no lo olvido- ha traído aparejada, como decía, una mayor tranquilidad en la política vasca, que es el primer paso hacia una Euskadi más unida y cohesionada.

Y en lo que de nosotros dependa, la agenda para el próximo curso político, al que dará el pistoletazo de salida el lehendakari Patxi López con su primer debate sobre política general, no se desviará demasiado de los tres ejes señalados.

Porque sin duda la lucha contra la crisis económica seguirá atravesando la mayoría de los debates que se produzcan en el nuevo curso que, precisamente, comenzará con las negociaciones para acordar los Presupuestos en Cortes Generales, en el Parlamento Vasco y en las Juntas Generales de los tres territorios, claves para la estabilidad institucional de Euskadi. La próxima llegada a Euskadi de la transferencia de las políticas activas de empleo también se podría enmarcar en este eje de discusión.

También es obvio que las reformas que ha puesto en marcha el Gobierno Vasco coparán parte de la agenda. Sin duda, las aparejadas a la sostenibilidad del Estado del Bienestar, ya mencionadas anteriormente. Pero especialmente en este curso las relacionadas con la innovación, la competitividad y la modernización de nuestro tejido productivo. En este sentido, la puesta en marcha este curso del modelo educativo trilingüe (con su apuesta por compaginar la presencia de las dos lenguas oficiales de Euskadi con el impulso al ingles en la enseñanza) y el Plan de Ciencia, Tecnología, Innovación e Internacionalización que el Gobierno debe aprobar en enero, serán dos hitos fundamentales.

Por supuesto, como se viene anunciando, el Gobierno Vasco, en perfecta sintonía con el Gobierno de España y con la colaboración plena del Gobierno de Francia, no va a bajar la guardia en la lucha antiterrorista y en su política de tolerancia cero contra quienes aún siguen apoyando la violencia. La hoja de ruta está bien trazada y no hay por qué cambiarla; sobre todo cuando obtiene resultados que saltan a la vista, a pesar del comunicado, a todas luces insuficiente, que hizo público ETA el domingo y de la excesivamente tibia reacción de la izquierda abertzale. Así, la consecución de una Euskadi de ciudadanos libres seguirá ocupando un lugar en el podio de la agenda política.

Para finalizar, quizás cabría añadir otros dos elementos que marcarán el nuevo curso. Uno, las próximas elecciones municipales y forales de 2011, una cita muy importante para quienes gobernamos Euskadi y para quienes gobiernan los territorios. Y dos, la investigación parlamentaria en torno a los presuntos casos de corrupción y espionaje relacionados con miembros del PNV, algo que es obligado desde la voluntad de transparencia y honestidad que los políticos tenemos que transmitir a la ciudadanía. Espero que ni el uno ni el otro consigan perturbar demasiado el clima de tranquilidad que, afortunadamente, ya se ha impuesto en Euskadi