en un pequeño libro de relatos cortos, el autor nos cuenta y describe lo ocurrido en un pueblo de agricultores de la provincia de Álava. Un mal día de tormentas, un rayo caía sobre el tejado de la vivienda del agricultor Paco y rápidamente el fuego se propagó a gran velocidad. Las campanas de la iglesia sonaban sin cesar para solicitar a los vecinos ayuda urgente ante la magnitud del desastre.
Todos los vecinos, incluso niños, mujeres y mayores, acudían raudos con cubos y cuantas herramientas tenían a su alcance con el fin de sofocar el incendio. Pero al poco tiempo, Paco consideró que el fuego no se reducía y por ello solicitó por favor a dos vecinos propietarios de dos bombas de riego que las utilizaran para lograr mayor eficacia.
Pero cual fue la sorpresa de Paco al observar que aquellos dos vecinos le pedían una compensación económica por el trabajo a realizar. Paco aceptó la petición aun sabiendo que había sido chantajeado miserablemente.
Mientras todos los vecinos se afanaban por extinguir el fuego, cierto vecino no muy sano de cerebro, al que llamaban el bocazas, gritaba una y mil veces desde lo alto de un promontorio, "¡Fuego!, ¡fuego!, ¡fuego!", pero sin contribuir en nada al trabajo a realizar. El alcalde, indignado por la actitud del bocazas, se dirigió a éste y amarrándolo por las orejas lo encerró en el calabozo hasta que el fuego, en compañía de los bomberos, quedó sofocado.
Ciertos vecinos de buena fe y solidarios solicitaron al alcalde realizar una asamblea en la plaza del pueblo con el fin de recaudar fondos para que Paco pudiera reconstruir su vivienda y mientras unos lo consideraban justo, otros se negaban a sacar unos euros de sus carteras en pro del necesitado Paco y su familia. El bocazas, subido sobre una banqueta en medio de la asamblea, afirmaba que la culpa del incendio era de Paco, pero el resto de vecinos consideraron que a palabras necias, oídos sordos.
Es posible que ciertos políticos españoles o europeos, tanto en la oposición como en los distintos gobiernos, jamás intuyeron que el rayo cayera sobre las economías y que tuviese las consecuencias de esta crisis económica mundial; pero siempre abundan los bocazas, los solidarios, los insolidarios y los chantajistas entre la clase política y entre el resto de la ciudadanía y bien podemos estar representados todos, de una forma o de otra, en los personajes de esta historia.
Aurelio Sáenz de Buruaga