el fuego fascina, pero quema. Cada vez entiendo menos a los imprudentes y aún mucho menos a los pirómanos, me da igual de cuál clase. Los hay tarados psíquicos, ésos que sienten tal perturbación con el efecto de las llamas que se empeñar en prender bosques o cosas con tal de creerse poseedores del fuego divino. Luegos están los pirómanos corruptos, que queman tierras o locales para conseguir recalificaciones de suelo, compraventa de madera barata o simplemente cobrar un seguro. Y también existen los pirómanos asesinos, que usan la gasolina y las cerillas para borrar las huellas de sus crímenes sin pensar en nada más. En todos los casos, los efectos de tales comportamientos son devastadores, para la zona o las personas afectadas en primera instancia en particular y para el resto del planeta en particular. El fuego de ayer en Trebiño consumió cientos de hectáreas de bosque y campos de cultivo -los datos definitivos se conocerán hoy-, muy lejos de las casi 3.000 hectáreas que se quemaron el año pasado en la misma zona. Los datos de verano iban bien este año... hasta ayer. Por si tienen la memoria del cole algo oxidada, tengan en cuenta que una hectárea son 10.000 metros cuadrados. Mejor, una hectárea corresponde aproximadamente a la extensión que ocupa un estadio de fútbol, con gradas y todo. ¿Verdad que así impacta más? El año pasado se quemaron en Álava o muy cerca casi 3.000 campos de fútbol. Este año unos cientos más. todo apunta a que lo de ayer fue producto de una imprudencia. En todo caso, desolador.