NO resulta nada extraño observar cómo el presidente nacional del Partido Popular tiene un concepto muy particular de aquello del dicho y el hecho. Quizás, obviando lo del consabido trecho, sean más de unos cuántos miles de ciudadanos los que le puedan seguir riéndole la gracieta por aquello del tópico del gallego que viene a decir que uno jamás llega a saber si éste va o viene.

De hecho, Mariano me entristece. Máxime cuando uno sabe de una forma veraz y contrastada por qué luce barba: nada más y nada menos que debido a una pronunciada cicatriz motivada por un grave accidente de tráfico que, hace unos cuántos años, casi le cuesta la vida.

Rajoy viene demostrando a diario que no pega una a derechas pero se nos presenta inmerso en el papel de adalid de las reformas legislativas secundarias. Así, nos hace ver que no le tiembla el pulso a la hora de apoyar los cambios de textos legales como el de la Ley de Tráfico, Circulación de Vehículos a Motor y Seguridad Vial... o, por citar otra, la conocida como ley antitabaco.

Bueno, eso es políticamente correcto y denota responsabilidad en lo referente a la gestión de políticas preventivas. El problema surge cuando a Rajoy se le ve fumando un habano en un lugar que no debería o cuando le vemos sin cinturón de seguridad en un vehículo. De lo primero, quizás no haya escarmentado pero de lo segundo, simplemente por edad, ya debería estar de vuelta.

Y de esta última podemos leer cómo Mariano Rajoy se va de vacaciones en coche y sin tener abrochado el cinturón y para más inri, el cada vez más cuestionado (por presunta falta de liderazgo) presidente del PP ha grabado un vídeo para despedirse de sus simpatizantes. Pero (siempre hay un pero) ha cometido la torpeza de presentarse en un vehículo en marcha y en plena carretera incumpliendo así una norma básica de seguridad especialmente divulgada y perseguida por la Dirección General de Tráfico.

Aun así, haciendo un ejercicio o alarde de impresentable prepotencia (la misma de la que puede presumir una persona que se tiene por intocable o un ciudadano amparado por una especie de legislación ajena al resto de los mortales), el presidente del PP se ha limitado a pedir perdón por no llevar el cinturón de seguridad cuando se le grabó en el citado vídeo en el que se le puede ver -en su vehículo oficial- durante el viaje con el que comenzó sus vacaciones. Y, rizando el rizo, sobre ello se niega a hacer declaraciones a los medios de comunicación cuando, con motivo de su presencia en la Fiesta del Albariño, se le interpela sobre el particular.

No cabe duda de que siempre tiene que existir un zurzidor profesional para sacar las castañas del fuego a su patrón. De esta manera nos encontramos con el simpático coordinador de presidencia del PP -Jorge Moragas- haciendo absurdos comunicados donde se reitera la disculpa "en nombre de Mariano Rajoy" por ir en el vehículo sin el cinturón, lo que, como ya he expuesto, está considerado como una infracción grave por parte de la Dirección General de Tráfico. "Es un error de un minuto y 33 segundos que ni Mariano Rajoy ni nadie debemos cometer. Por ello, pido disculpas", señala Moragas, que, al parecer, aparte de bufoncillo parece desconocer lo que puede ocurrir en un coche en un minuto y 33 segundos... Sólo le debería preguntar a Rajoy sobre qué le pasó en un automóvil en mucho menos de minuto y medio. En fin... no voy a abundar sobre ello ya que no deja de ser un desgraciado accidente que no se lo deseo a nadie. Además, no soy persona que guste revolver en las heridas ajenas.

Pero no tengo otra alternativa que exponer que lo de Moragas no tiene nombre y, para variar (en efecto es su principal función andar quitando este tipo de marrones en su más que enmierdado partido), intenta quitar hierro al asunto diciendo que el infractor de su jefe, "normalmente muy cuidadoso con el cumplimiento de las medidas de seguridad y especialmente con la seguridad de los niños". A este tipo de individuos, en política, se les conoce como fontaneros de exteriores. Para entendernos, un gracioso Super Mario Bross con residencia en Génova 13.

Vamos a lo objetivo, es decir, a intentar que Mariano Rajoy se rasque el bolsillo como cualquier otro infractor. La escena del presidente de los populares sin cinturón aparece en el vídeo colgado en Internet con el que (vaya ejemplo) se despide de sus simpatizantes de la red social Facebook antes de irse unos días de vacaciones a Galiza. En dicho vídeo, titulado Descansar para trabajar más, se mezclan las imágenes de una carretera y del toro de Osborne tomadas desde un vehículo en el que viaja Rajoy en mangas de camisa.

El Reglamento General de Circulación (que desarrolla la mencionada Ley de Tráfico, Circulación de Vehículos a Motor y Seguridad Vial) obliga al conductor y a los pasajeros, tanto de los asientos delanteros como de los traseros, a llevar correctamente abrochado el cinturón de seguridad o el dispositivo de retención cuando vaya a realizar cualquier trayecto de vía urbana o carretera. Su incumplimiento se sanciona con multa de 150 euros y la pérdida de tres puntos en el caso de los conductores (como lo es Mariano Rajoy).

Vamos a intentar ser un poco serios: ¿alguien en su sano juicio puede llegar a imaginar que la DGT pueda llegar a perdonarme 150 euros y tres puntos por mi espontáneo arrepentimiento dado a conocer por un colaborador cercano? Evidentemente, la respuesta es rotunda: no (y conste que opino que no podría llegar a ser otra). Entonces, ¿en qué país de pandereta vive el líder de la oposición?

En el supuesto de que ello no fuese así, que no será, no dejaría de ser un mal recurso de alegaciones exponer eso de que, "bueno, yo pago cuando me demuestren que otros -como Rajoy- pagan". Además, ¿están todos los fiscales de vacaciones? y la propia DGT (con la prueba documental en la mano) ¿no puede actuar de oficio o sólo lo hace con cuatro gamberros que cuelgan sus inconscientes actitudes en YouTube? Lo lógico, normal y cabal, habida cuenta del sueldazo que le pagamos a escote, es que no hubiese tardado ni un minuto en presentarse ante cualquier puesto de su queridísima Benemérita con la ejemplarizante intención de abonar el importe de la sanción administrativa (con la consecuente detracción de tres puntos en su permiso de conducir).

En fin... no tengo ni idea de lo que opinará sobre este caso el director general de Tráfico, Pere Navarro, o su inmediato superior jerárquico (el ministro Rubalcaba) pero las cosas son como son y gastarse una millonada en una -no lo dudo- necesaria campaña de concienciación en materia de tráfico y ver el vídeo de Rajoy, resulta algo totalmente incomprensible para el común de los ciudadanos.

Todos sabemos que el hoy por ti y mañana por mí es, en política, una práctica extendida, usual y, si se quiere, hasta resignadamente asimilada, pero, aparte de que ocurra en ese país de sangría, toros (como el de Osborne), paella, flamenco y la roja... hay actitudes impunes con las que se han de acabar de una vez por todas. Y, todo ello, en aras a un criterio de simple y llana imposible credibilidad pero de indudable sentido común.

Aunque, realmente, no es nada nuevo, tirando de hemeroteca, uno se puede encontrar con una noticia de la agencia Efe en la que se decía que el PP ya se vio envuelto en una polémica a cuento de la seguridad vial cuando su diputado Ignacio Uriarte dio positivo en un control de alcoholemia -el doble que la permitida- el pasado mes de febrero tras colisionar el coche que conducía con otro vehículo en el centro de Madrid. Uriarte, cuyo caso está en manos del Tribunal Supremo, dimitió como vocal de la Comisión de Seguridad Vial del Congreso.

Y, hasta ahora... nada. ¿Va a acabar Rajoy dimitiendo o recurriendo la sanción? Mucho me temo que, ni la a ni la b. Los que hacemos asiduamente recursos de Tráfico (para terceros) estaremos al corriente de todo esto. Yo, mientras no vea el resguardo del pago y lo de los tres puntitos, doy por hecho que todo quedará así: como la típica noticia de verano sin mayor consecuencia que no es otra cosa que agua de borrajas.

Ahora, al bueno de Mariano ya sólo le queda hacer un huequecito en su apretada agenda de trabajo para recibir en septiembre, donde dice que va a trabajar más, a los de la asociación Stop Accidentes con el único fin de siempre: sacarse la foto. Patético.