Alguna de las últimas víctimas de violencia de género contaba con una orden de protección y sistema de teleasistencia. ¡Y nos parece el colmo! Para aquellas personas que desconozcan el dato, la orden de protección no es radiactiva, ni nada de eso... Sólo una indefensa y simple hoja de papel. Detrás de todas las armas empleadas en este tipo de terrorismo estaban todos los jueces y juezas que se limitan a dictar órdenes que no protegen, que no sirven, que no salvan vidas. Quizá nuestras señorías no quieran mojarse, quizá no estén sensibilizados, ¿quién sabe? El caso es que terminan convirtiendo la justicia (que ya era injusta de por sí) en cómplice de asesinato. Sí, son cómplices de asesinato, así de cruda es la realidad. ¿Y es que dónde están las penas de prisión? ¿Dónde está el castigo por maltratar a una mujer? Esta pregunta es del todo absurda. La cárcel sólo existe después de asesinar, Y podríamos ser cada una de nosotras, cualquiera de las madres de los jueces, sus hermanas, amigas, vecinas... También es nuestro problema. Hagamos que la justicia comience a asumir su responsabilidad. Basta de cómplices para los maltratadores.