pUDIERA ser que los calores del verano lleven a formular opiniones un tanto desajustadas. Veamos algunos ejemplos. Los casos de pederastia que atañen a sacerdotes católicos se han venido ocultando y una vez que ha estallado el escándalo se pretende desviarlo con argumentos tan poco consistentes como el decir que la mayor parte de los abusos a menores se cometen en el seno familiar o cercano. Puede ser cierto, pero los asuntos familiares pertenecen al ámbito privado, mientras que la Iglesia católica es una institución pública, que imparte doctrina y dicta normas morales que orientan y obligan a sus creyentes, a sus seguidores y a sus feligreses.

También parece poco acertado tratar de tapar los escándalos sexuales con la referencia al ejemplo de "los mártires cristianos" y en una clara desviación del tema sacar a relucir una presunta persecución religiosa en los que fueron países del Este, los del socialismo real, para entendernos. Esa situación la pudimos apreciar in situ. En la Alemania del Este, por ejemplo, había una pacifica convivencia entre las iglesias católica y evangélica con lo que denominaban "tranquila dictadura" del régimen de Pankow. También nos paseamos por la Hungría socialista y la Rumania del régimen estalinista de Nicolai Ceaucescu.

Las iglesias católicas y ortodoxas estaban abiertas y su situación era la propia de la convivencia con un régimen laico. Nada digamos de la católica Polonia. Se decía que de los quince millones de habitantes en aquellos tiempos del comunismo había durante la semana catorce millones de católicos y un millón de comunistas y los domingos había quince millones de católicos. Para no hablar de la antigua Yugoslavia, crisol de razas, idiomas y religiones que coexistían, situación que desgraciadamente ha cambiado a raíz de la desaparición del régimen de Tito.

Otra interesada distorsión es la que se produce en algunos sectores al referirse a la puesta en libertad de opositores cubanos juzgados y condenados por delitos de conspiración contra el Gobierno cubano. No nos oponemos, faltaría más, a la amnistía concedida a cualquier tipo de prisioneros y en cualquier país, pero se echa en falta que ese gesto humanitario del Gobierno cubano, auspiciado además por la Iglesia y las gestiones diplomáticas españolas, no se haya visto correspondido, al menos hasta la fecha, por un gesto similar de la administración Obama, liberando a su vez a cinco cubanos castristas presos desde hace varios años en cárceles norteamericanas.

En definitiva, que parece injusto poner la lupa con intensidad y casi en exclusiva sobre Cuba y Venezuela y observar a cientos de miles de asesinados y desaparecidos en Honduras, por ejemplo, y en otros muchos países del llamado mundo libre dentro de cuyas fronteras se tortura y se aplica la pena de muerte.

Iosu Osteriz Aranguren