¿HAY alguien que desee volver a ser engañado una vez más? Dirigentes políticos que han pasado a la historia con ignominia son incontables. Lo dramático es que se han llevado por delante sus propios países y otros. Cuando Nixon fue objeto del impeachment -por la estupidez del Watergate en unas elecciones que tenía ganadas- ya había sido vicepresidente con Eisenhower, general de cinco estrellas que advirtió al comienzo de su segundo mandato del peligro del lobby armamentístico. Perón arruinó Argentina y en su segundo escarceo desde la Quinta 17 de Octubre fue recibido por sus pazguatos partidarios al grito de: "Putero o ladrón, queremos a Perón". La política no es eso. Se pueden confrontar las ideas. Unamuno decía que su lectura favorita era la de los que no pensaban como él porque la de los que pensaban como él ya se la sabía. Una generación vivió una amnistía, unos pactos de la Moncloa, gestó una Constitución -como supo y pudo- que se ha quedado obsoleta, unos estatutos en sesiones maratonianas. Conoció un golpe de Estado del que no hay más verdad que la oficial.
Vamos camino -y no entro en polémicas religiosas, sino que hablo de puro periodismo- de aquel titular de Emilio Romero siendo director de Pueblo en que publicó a toda página: "No hay Dios" y abajo en letras invisibles subtitulaba "dice Nikita Kruchef". Sugiero la vuelta a casa preferiblemente antes de Navidad para poder elaborar unos presupuestos solventes. Es que con juegos de manos, de ésta no salimos. En el propio partido de Rodríguez Zapatero hay gente laboriosa que sabe sumar y restar. Con eso basta. Soñó con crear el PRI, el partido revolucionario institucional mejicano y monopolizar el poder 70 años. La democracia delegada es algo muy serio. La propaganda que engaña a la ciudadanía es propia de las dictaduras. Y ya no estamos para lujos: estamos en una realidad de precaria supervivencia material. Y la culpa de todo la tienen otros. ¿Qué contubernio es esta vez? Gobernar es una encomienda muy seria. Aferrarse a la silla a costa de la miseria ajena y del engaño es repulsivamente inmoral.
Respeto al género humano. Todos los seres humanos somos limitados y carenciales, pero siendo esto evidente, no es mal propósito no destrozar con nuestras carencias a todo y todos los que se ponen por delante. Roza, si no entra de lleno, en la patología. A un anciano sacerdote benemérito en su ancianidad consolaban unas feligresas diciendo que con su ejemplar andadura sólo le esperaba el cielo, a lo que el cura replicó firme: "Dejen, dejen, como en casa en ninguna parte". Pues eso, don José Luis, "como en casa en ninguna parte".
Carlos Matellanes Martínez