CUANDO todas las luces rojas de millones de hogares están encendidas, el problema no es tanto convencer a los trabajadores y millones de parados y excluidos de lo injusto de los recortes de salarios y empleo público, de la reaccionaria reforma laboral, de la congelación de las pensiones o de los futuros recortes sociales, sino demostrar que es posible un camino de resistencia y de lucha unitaria, continua y exitosa para acabar con los planes del capitalismo y la banca.
Por eso debemos comprometernos con las convocatorias de huelga coincidentes de la mayoría sindical y de CCOO en Euskadi para el 29 de junio y con la del 29 de septiembre en el conjunto del Estado; que vendría a unirse a las movilizaciones Europeas convocadas por la Confederación Europea de Sindicatos (CES) contra las medidas de ajuste y recorte de los derechos laborales y sociales. Desgraciadamente, arrastramos un par de décadas de desmovilización social y varios fracasos de las huelgas parciales y dividas anteriores. Por eso, se impone una reflexión serena y la búsqueda de una estrategia sindical eficaz de cara a futuro.
La pasividad de las personas trabajadoras afectadas por el ajuste y de la mayoría de la sociedad tiene que ver con esas ideas y valores que machaconamente nos han inculcado de que todos tenemos que pagar la crisis como si fuera una especie de desastre natural inevitable que nos oculta a sus verdaderos culpables: los mercados financieros, los bancos, los capitalistas y los gobiernos. No nos engañemos, muchos trabajadores no han querido secundar las anteriores convocatorias de huelga, porque pensaban que no servía para nada, porque no se confía en los sindicatos, por la división sindical, por el miedo a perder el puesto de trabajo temporal, por no perder un dinero y por mucho más?
Las estrategias de los sindicatos tradicionales han tenido una responsabilidad en ello. Hoy Toxo y Méndez se hacen los sorprendidos cuando el Gobierno de Zapatero impone por decreto el despido libre en la reforma laboral; mientras llevan años entregados al dialogo social y a los privilegios que les proporciona el Estado. Verdaderamente, no se puede ser cómplices de este descalabro, cuando lo que se necesita es una estrategia de lucha y resistencia continuada por nuestras reivindicaciones y derechos.
Las burocracias sindicales generadas dedicándose al buen servicio y a la atención individualizada han desvirtuado el papel de organizador y movilizador colectivo de los sindicatos y han alentando la pasividad social, la desmoralización y las salidas individuales.
En Euskadi contamos con una mayoría sindical que, a diferencia del resto del Estado, alienta la movilización social. Pero parecen no ser conscientes del papel responsable que les toca jugar ante el conjunto de la clase asalariada para así poder avanzar. No se pueden convocar huelgas desde el secreto a golpe de pito de la noche a la mañana, no se pueden dividir las fuerzas de la lucha por fechas diferentes. Así solo se puede movilizar a nuestros afiliados, y a veces ni estos.
Para que las próximas convocatorias de huelga sean un éxito necesitamos otro tipo de estrategias, necesitamos trabajar la unidad de acción. No necesitamos funcionarios de aparato. La huelga general es necesaria, pero hay que prepararla, trabajando diariamente desde las bases por la unidad y por la movilización continuada de la clase asalariada. Ahora podemos encontrarnos con que a medida que se profundizan los ataques de la banca y sus gobiernos, se está empezando a fraguar otro tipo de sindicalismo nuevo, combativo y democrático, que nos esta señalando que el camino de la resistencia.
Marcelino Fraile
Miembro de Antikapitalistak