A lo largo de nuestra vida esperamos que la suerte nos acompañe en distintos aspectos de ella, y aunque la suerte por sí sola no lo es todo, sí que esperamos que intervenga por ejemplo, para encontrar pareja, que sea un hombre o mujer buenos y trabajadores o para encontrar trabajo, que sea un buen puesto y bien remunerado, o para que tus hijos, sean estudiosos y buenas personas. Esperamos que la suerte nos ayude en casi todo, y sí, es verdad que hace falta suerte, hasta para qué clase de vecinos te van a tocar. Puede parecer que lo que estoy exponiendo suene a tontería, pues fijaos, cuando nos compramos nuestra casa con todo el sacrificio que conlleva meterse en una hipoteca, pensamos en la distribución de la misma y en su situación física, en la población, pero no se nos ocurrió pensar ni por un momento con qué vecinos íbamos a compartir nuestra pared de medianía.

En mi caso ha sido una familia, con la que siempre me he llevado de maravilla, numerosos en miembros y como siempre entre tantos hijos, puede haber alguna oveja negra. Pues bien, todos se han ido independizando y hasta la madre, viuda desde hace bastante, se ha tenido que marchar, dejándonos a los vecinos, el regalito. Y el regalito se dedica a dar escándalos, golpes, poner música elevada a horas intempestivas, además de haber insultado al otro vecino, cada vez que le da la gana, tratándose de una persona de edad avanzada y a la que le ha ocasionado desperfectos y roturas en la casa en repetidas ocasiones. Este joya es agresivo, amenaza e insulta y se escuda bajo la capa de enfermedad nerviosa. Es una lacra social, de las que tantas abundan, que dicen tener trastornos de personalidad. Y este tipo de "enfermos" lo son a consecuencia de las sustancias que han consumido y consumen, y encima cobran una pensión, por "enfermedad" que siguen gastando en más de lo mismo. Denunciarle cuando hace de las suyas, hasta ahora no ha servido de nada, Lo que nos resta a los vecinos es seguir padeciendo esta suerte, mientras aun no sé quién, tome cartas en el asunto.