En el mundo, estamos horrorizados por la deleznable conducta de los israelíes respecto a la comitiva de cooperantes con las gentes de la Franja de Gaza. Prácticamente sin excepción, se han producido manifestaciones en defensa de los derechos de un pueblo, al que le ha sido robado su país, que ha sido oprimido por uno de los Estados más poderosos de la tierra, engañado por la comunidad internacional, humillado por la impotencia, al que se le ha mentido sistemáticamente con promesas de paz y que ha sido estafado por todos aquellos que ahora nos rasgamos las vestiduras. En esta protesta, me siento orgulloso porque hemos estado también al nivel de las circunstancias. En las calles, cientos o miles de personas, de la mano de las distintas oenegés, siempre desde su desinteresada profesionalidad, nos hemos manifestado en protesta por semejante abuso.
Lo de ma non troppo va de que me siento orgulloso, pero no demasiado. Se te queda el retrogusto de que nos movilizamos inmediatamente (lo del Quijote está claro que no es casualidad), por situaciones que no son menos importantes que lejanas, y no nos damos cuenta de que, bajo nuestros pies, tenemos un país, que está siendo robado por la corrupción política, oprimido por un sistema seudodemocrático de quinta división, engañado con el cuento de una transición ejemplar, humillado por unas leyes que emanan de la herencia de una Constitución pensada por franquistas o postfranquistas (sin mencionar otras herencias), al que le mienten con vergonzosa impunidad todos los políticos que se le pasean por los morros y estafado por esa comparsa de trepas, indimitibles, que están acabando con él, de los que no hay forma de librarse. ¿Y qué pasa con nosotros? Mi abuela, solía decir: "la caridad empieza por uno mismo".