Estamos hartos. Hartos de un Gobierno de despilfarradores ineptos, obsesionados por seguir en sus poltronas. Hartos de una oposición abotargada que aspira a recoger el fruto cuando caiga. Hartos del drama de cuatro millones y medio de parados, sin luz ni esperanza. Hartos de la tragedia del millón y medio de familias sin ningún ingreso para subsistir. Hartos de jugosas subvenciones a partidos políticos y sindicatos teledirigidos. Hartos de prebendas a organizaciones varias de siglas indescifrables, de control inexistente y destino desconocido. Hartos de políticos arribistas cuya sola meta es perpetuarse. Hartos del mantenimiento de ministerios fantasma de nula actividad. Especialmente hartos de un Ministerio de Igualdad de chiste, con una rebotada al mando cuyas extravagancias provocan vergüenza ajena. Hartos de que a jubilados que ayudan a sus hijos en el paro con sus humildes pensiones se les congelen éstas. Hartos de que los funcionarios vean reducidos sus salarios mientras los pajines (que son muchos) de turno cobran 18.000 euros mensuales. Hartos de la corrupción de todo pelaje, llámese Camps, Bono, Gürtel o malayos. Hartos de medios de difusión partidistas hasta la naúsea. Hartos de defensores del pueblo que defienden a todos menos al pueblo. Hartos de la campaña contra la Iglesia católica por el laicismo dominante. Hartos de una memoria histórica con falta de equilibrio y alzheimer galopante. Hartos de imposiciones foráneas con sus hiyabs, burkas, pamelas y otras reglas y símbolos de importación. Hartos de la pérdida de valores familiares, de la falta de respeto, de educación y de la tolerancia sin límites. Hartos de la telebasura de Sálvames maratonianos, Norias y demás atracciones orientadas a nublar las mentes. Hartos, estamos hartos.
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