Esperanza Aguirre ha vuelto a meter la pata al reconocer, a micrófono abierto, por descuido, que está diciendo barbaridades sobre la reforma laboral. Deseo expresar públicamente mi indignación por esta reveladora frase de la presidenta de la Comunidad de Madrid sobre un tema delicado como es la reforma laboral, del que depende el futuro de millones de trabajadores, especialmente de los que están en paro. Se trata del reconocimiento expreso de que los dirigentes del PP, con Rajoy a la cabeza, están haciendo barbaridades en estos duros momentos de crisis. Es su estrategia política del cuanto peor, mejor para llegar al poder. Ni les importan los pensionistas, a los que ahora interesadamente dicen defender, ni les importan un pimiento los cuatro millones de parados. Sus barbaridades tienen como único objetivo hacer daño al Gobierno de Zapatero, aunque con ello hagan también daño al país y a todos los españoles. Después de meses pidiendo medidas de ajuste ahora rechazan el decreto del Gobierno y critican a quienes también lo han apoyado por sentido de responsabilidad. No he olvidado cuando el PP en el Gobierno congeló las pensiones y aprobó un decretazo contra el subsidio de los desempleados. ¿Entonces eran necesarias este tipo de medidas y ahora no?
Es una barbaridad que, con la que está cayendo, el PP no sólo no ayude a su país, sino que trate de hundirlo más diciendo barbaridades con absoluta premeditación. A Rajoy le he oído decir, en TVE, que España es "un país en el que no confía casi nadie". Una curiosa manera de apoyar a su país y de demostrar su patriotismo. Se están riendo de todos los españoles y, encima, se vanaglorian de ello, como acaba de hacer ahora Esperanza Aguirre.