Fue el político catalán Josep Antoni Duran i Lleida, diputado de CiU, el protagonista en el Congreso de los Diputados con motivo de su posición ante el decreto del tijeretazo presentado por el Gobierno de Zapatero. Por un lado, puso al Ejecutivo y en particular a su presidente contra las cuerdas con un discurso cargado de duras críticas a su labor, para luego erigirse en salvador con su abstención ya anunciada. No sabemos si el voto negativo del portavoz de CiU nos hubiera traído todos los males con los que Duran i Lleida justificaba la posición de su grupo, pero no cabe duda que sí hubiese hecho cambiar el decreto en alguno de sus apartados, por ejemplo supresión de algunos organismos por congelación de pensiones, hubiera sido distinto cómo se vería a su grupo por tantos como hoy le critican dentro y fuera de Catalunya.
Le faltó al democristiano colocar la estocada, claro que en alguna segunda lectura bien puede entenderse el que entre bastidores se tramase alguna compensación que algún día nos sorprenda, con tal de que el decreto quedase intacto. Porque de puerta para fuera les da igual que sea uno u otro el tijeretazo lo que quieren es que se pague la deuda. Lo que sí fue edificante cómo no faltó nadie a la cita, acostumbrados a ver el hemiciclo medio vacío sus señorías dieron ejemplo de que cuando interesa hasta enfermo se puede asistir al trabajo.