La integración de un municipio en la Agenda Local 21 implica el compromiso por la conservación de la biodiversidad y el impulso de la democracia ciudadana directa, real y efectiva en las decisiones importantes sobre el porvenir de la localidad. El cumplimiento de los objetivos enunciados precisa una serie de actuaciones que pueden considerarse obligadas. Así, el estudio biológico de los agro-ecosistemas permite profundizar en el conocimiento del patrimonio natural y en la determinación de las medidas para su conservación. El cálculo de la huella ecológica generada por las distintas actividades humanas locales representa el punto de partida ineludible para cualquier estrategia que incluya la perdurabilidad entre sus metas. Por otro lado, el trabajo conjunto y decisiones compartidas entre vecinos, técnicos y políticos posibilita la incorporación de los planteamientos vecinales en el ámbito de la ordenación y programación municipales, caso de la actual revisión del Plan General de Ordenación Urbana. Por medio de talleres e investigación cualitativa, la normativa urbanística incorpora desde las fases preliminares del avance de planeamiento la opinión y consideraciones ciudadanas sobre cómo construir las bases del futuro del municipio. Ninguna de las actuaciones anteriores ha sido puesta en marcha en el municipio. De haberse hecho lo comentado, se hubiera agilizado la trámitación de la revisión urbanística, que se está prolongando por falta de consenso más allá de lo deseable y, por otro lado, el vecindario se hubiera convertido en el sujeto de un modelo de pueblo construido con criterios de sostenibilidad, en conformidad con lo establecido en la Declaración de Aalborg (1994).