Creo que las ordenanzas, normativas y reglamentos en general pecan de no tener en cuenta las diferencias entre unos establecimientos y otros. No son lo mismo los bares de barrio de toda la vida que los bares del centro de Vitoria, las cafeterías donde las familias van a merendar que los locales nocturnos de copas, ni las tabernas de comidas y picoteo que los grandes restaurantes. Ya sé que la ley establece distintas categorías con diferentes licencias y requisitos en cada uno de ellos, pero muchas veces lo que establece la licencia tiene poco que ver con la actividad real, pues muchas hosteleros buscan muchos resquicios legales.

Por eso creo que resulta injusto que el Ayuntamiento trate ahora de establecer una ordenanza sobre ruidos e insonorizaciones para todos los bares de la ciudad, cuando no con todos ni tampoco en todas las zonas se dan los mismos problemas de ruidos.

Aquí los que más conflictos generan con los vecinos son los bares de copas del centro, que cierran de madrugada y, de facto, dos horas más tarde del horario de cierre, que hacen su caja a partir de las doce o la una poniendo sólo copas, que genera mucho movimiento y barullo en el exterior de sus locales. Y que, generalmente, la propiedad de varios de estos locales están en muy pocas manos.

¿El control y las medidas restrictivas a estos establecimientos hay que extenderlo a toda la hostelería vitoriana? Creo que el Ayuntamiento tendría que meter mano dura donde tenga que meter y hacer una normativa flexible con otro tipo de establecimientos hosteleros, que son los que verdaderamente aportan vida a la ciudad más allá del negocio de la madrugada.