cuenta la célebre paradoja del filósofo Zenon de Elea cómo el guerrero Aquiles le echa una carrera a un caracol y le otorga con jactancia cierta ventaja. Al dar la salida, el soldado recorre en poco tiempo el trecho concedido y al llegar al punto del que partió el caracol, éste -bastante más lento- tan sólo ha avanzado la mitad de dicha distancia. En el siguiente tramo, Aquiles alcanza con asombrosa celeridad la segunda escala del molusco, cuando éste tan sólo ha podido andar un pequeño trecho. Así, sucesivamente, la longitud que separa a ambos se va reduciendo a la mitad hasta el infinito, de tal manera que, misteriosamente, Aquiles nunca logró alcanzar al caracol. Hoy se nos ha colado en el periódico uno con forma de tenedor e irreverente gesto rockero, capaz de perturbarnos la seriedad del trabajo y la paz de la rutina. Un caracol que siempre le gana a Aquiles porque éste sólo corre, mientras que nuestro rockero, como en aquella emotiva peli de Sergio Cabrera La estrategia del caracol, lleva consigo una ilusión, la misma que nos ha dejado por todo el periódico de hoy. Ah, y si paradoja era con una tortuga, me da igual; eso es sólo porque Zenon de Elea no conoció a San Prudencio. Jai zoriontzua!